lunes, 18 de diciembre de 2017

Ceterum censeo humanitas delenda est

¡La madre que parió la humanidad! Entiendo que esa actitud venal e hipócrita es la que ha traído a la civilización en pie, desde comienzos de la historia. Sí. Su deseo carnal lo llevó a reproducirse como una rata y a ocupar cada rincón del planeta, exactamente como dice ─aunque yo lo parafrasee─ el agente Smith: devora y destruye su entorno y al hacerlo desaparecer se desplaza a otro comportándose como un virus, como una plaga. Fue su instinto de cazador el que le permitió subsistir a las grandes bestias y diezmarlas e incluso fue ese mismo instinto el que le otorgó el dudoso título de "agente extintor". Ha sido el hombre y por causa de él, que muchas especies han desaparecido de la faz terráquea. Fue ese afán de explorar lo que le impulsó a ocupar cada tramo de tierra deshabitada y es el mismo que lo lleva hoy a destruir las selvas que nos quedan: explorar, hacer dinero, encontrar tesoros, aventurear, ser el primero, hallar nuevos animales y nuevos compuestos, visitar lo más recóndito. Sin ese afán el espacio y el mar estarían sin explorar. Fue su egoísmo ─Richard Dawkins tiene razón─ el que le permitió a ciertos pueblos, mas favorecidos, encarnar el despotismo y la esclavitud sin la cual no veríamos hoy grandes pirámides y monumentos: Empire State, Torre Pisa, Coltejer, Petronash, Burj Khalifa, Taipei 101... Todos construidos con la esclavitud de otros. Hasta entiendo una cierta arrogancia desprendida de llevar sobre la tierra sólo unos miles de años y considerarse la especie más alta en la cadena de la vida, e incluso de la alimenticia, y de haber provocado el mayor cambio climático y la mayor contaminación por métodos sintéticos en sólo unos cuantos años. Ya no vivimos en cavernas sino en grandes urbanizaciones construidas con materiales transformados por nosotros mismos y ya no cazamos sino que vamos al súper; el fuego ha sido reemplazado por lámparas led y parrillas de inducción y el entretenimiento de ver la naturaleza lo hemos cambiado por la red y aparatos de imágenes infinitas; ya no usamos la memoria sino que tenemos fotografías y videos completos de cada acción ─dios salve las selfies─ y espacios en red para acumular cuanta basura en bites se nos ocurra. Ya no jugamos al gato y al ratón, tenemos video juegos y realidad virtual asistida con transmisión de batallas de corte mundial y local. Cada año trae sus afanes deportivos: un mundial, una copa, unos olímpicos, unos zonales, unas preselecciones; cada año se ve la congoja del día de la madre, del padre, del espíritu santo, del músico y estamos tan abarrotados que ya cada día tiene varias fiestas. Cada año vamos a lo mismo: las cabañuelas, la semana santa, mitad de año, día de difuntos y navidad para volver a empezar ¿Y para qué? ¿qué logró el ser humano con eso? Vienen unos señores que hacen asociaciones e imponen normas y definen cartas magnas que imponen unas multas y unos compromisos "legales", unos impuestos a la bolsa y al plástico, una sanción por cortar arboles y una neutralidad desdeclarada de la información que parece salida del oscurantismo, pero que está inspirada en el capitalismo real y en el afán de evitar que el otro se informe. "El obrero que lee se pierde como minero" dijo Ortíz Betancur. La humanidad que vive en la selva urbana grita que estamos acabando con el planeta y eso que no han ido a las selvas reales ─ha de ser porque cada vez son más escasas─ ni han visto como donde antes había un gran río, hoy sólo corre un lodazal o hay un desierto. Se pide a gritos el control de la natalidad que nos deja, ya casi, con 8 mil millones de humanitos, pero ¿saben qué? Nada, pura farsa y economía de control. Las multinacionales siguen arrasando árboles y produciendo plástico, y los ríos se alimentan de los desechos de esas industrias tan prosperas que son el orgullo de las ciudades desarrolladas. En los países tercermundistas es un honor ser padre así nos cueste la libertad y la naturaleza que te llevó a la cama, también te dice lo feliz que debes ser al dar a luz, así sea en un mundo de mierda y aunque veamos la historia repetida. somos los grandes repetidores, el homo iterus. Si cortas un árbol te imponen una multa, pero si arrasas un bosque eres un productor de espacios para la modernidad y el avance. Si orinas en la calle eres un impúdico, pero si te cagas en los ríos eres un gran industrial. Si fumas eres un dinosaurio, pero si arrojas toneladas de humo tóxico a la atmósfera eres la fuerza que mueve a la nación. Te multan por tener un final de placa incómodo pero te premian si eres el dueño de un transporte masivo. Detienen una moto para evitar el exceso de polución pero aplauden el parque automotor de alto cilindraje conseguido por el tránsito de Buenasperas, te quitan un bisturí por ser arma blanca y se felicitan por haber adquirido armamento nuevo para Pelotillehue... Me dirán que no son venales, me dirán que no son hipócritas, pero el mayor desaliento que tengo es que todos caemos en el juego: ¿compraste carro? te felicito. ¿Estás embarazada? qué felicidad. ¿Vas a París? qué elegancia. ¿Se murió? qué pesar. ¿Vive en la calle? pobrecito. Maldita sea la humanidad parida en las selvas africanas, partida de hipócritas, repetidores y fanáticos que no ven, sólo consumen. 

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