jueves, 14 de diciembre de 2017

Los funerales de Picho a quien espichó un carro con todo y alma

Morirse no es tan malo y la muerte al otro lado -pensando en ella como un mojón- no puede ser tan mala porque hasta la fecha nadie se ha regresado. Yo sé que muchas personas creen en el alma y en los fantasmas y en las cosas paranormales y hasta en figuras etéreas y difusas que les encanta el "fashion" y por eso se dejan fotografiar y otras juran a pies juntillos que regresaron de la muerte y que vieron un túnel, una luz y hasta anduvieron en el mismísimo infierno de Dante. La credibilidad de todas esas personas no es un entredicho científico, no existe un método experimental que haya dado como resultado el alma: pesar un cuerpo con y sin alma; indicar que un átomo de kriptón es el responsable de la conciencia; descubrir el universo donde queda el cielo o el infierno; las leyes físicas que gobiernan esos mundos; atrapar un espíritu sin sábana que se deje entrevistar en exclusiva por CNN o que se someta a pruebas de laboratorio: RMN, TEP, espectrómetro de masas, espectrofotometría, rayos x, carbono 14, paleomagnetismo y una buena cantidad de biopsias. Científicamente no vale que mil personas, sin pruebas o con ellas alteradas, hayan visto fantasmas, zombies y monstruos. En este mundo de lo tangible, lo intangible e insustancial no tiene cabida y sin pruebas no podemos afirmar nada de la muerte. Sabemos que es un cese de actividades o mejor dicho "un regreso al equilibrio" diría mi querido amigo Ira Levin en su tratado de fisico-química donde asegura que "lo que está en equilibrio está muerto" eso desde un punto de vista químico. En el cuerpo cesan las actividades por la interrupción de alguna cadena, falla cardíaca, músculos cansados, Vías arteriales taponadas, pulmones llenos de nicotina, una arteria sobrepresionada reventada, un hígado roto por el consumo de alcohol, una falla en el sistema de drenaje de los riñones, una multiplicación descontrolada de células o un accidente que provoca múltiples fallas...
Al cese de las funciones llamamos muerte y después de ella todo rito instaurado por la humanidad, donde quiera que ella se ha instalado, no es más que una manera de congraciarse con los recuerdos de la víctima y con los deudos o familiares. Homenaje de despedida dicen otros, pero ese homenaje ya no tiene un objeto de aplacamiento al cadáver sino de auto consuelo a los asistentes. ¿Hay sociología en estas actitudes? supongo que sí, cada forma de despedida revela un entramado de dioses y creencias, de siglos de tradiciones y respetos infundados. Y ese fundamento es la creencia en un mundo donde se castigan las malas obras y se premian las buenas en una entidad que nos subsiste al cuerpo y cuya demostración no ha sido hecha. "Creer en algo superior" no es nada raro, el miedo que tenemos a que "ese algo superior" nos castigue es un temor ancestral al fuego eterno o la nieve eterna o a la "falta" de comida, de caza, de refugio y a ese "gran espíritu" le rezamos para evitar que éste con sus mal hadadas costumbres, bien documentadas en terremotos, rayos e inundaciones, nos haga blanco de su furia. Muestra de respeto para con los dolientes. ¿Y de que se duelen si puede saberse? al otro científicamente, al que está en la tumba le cesaron completamente los dolores y hasta feliz deberíamos estar por él. Cumplido el ciclo vital, bien ido sea el difunto sin vita. Ya ruegos y ofrendas no cambiarán en absoluto ni el presente, ni el pasado, ni el futuro del cadáver, sólo, y tal vez sólo un poco, la actitud o vida de los que queden con vita. Ahora, aquello de verlo por última vez es un ridículo, la esencia de ese cuerpo era la vida y recordarlo sin ella no es hacer un homenaje a la vida sino a la muerte. En fin. Recuerdo un pasaje de una serie -Lucifer por cierto- Donde ingresa el protagonista con su hermano Amenadiel a un funeral y lo interrumpen, alguien les dice aquello de que "es una falta de respeto" y dice "Luci": "no -señala a la audiencia del cadáver- esto es una falta de respeto. Este teatrito es para ustedes, es una forma egoísta para sentirse mejor con ustedes mismos sobre lo mucho que ignoraron -ahora señala al cadáver- a este pobre gusano en vida que ya nada puede oirles". Y eso es el funeral si me lo permiten y aunque no lo hagan No espero que cesen los teatros, pero espero que alguien me entienda porque no asisto a ellos: Me aterran la hipocresía, el miedo y la imbecilidad y no creo en las almas. Mis respetos los ofrecí al difunto en vida y si no se los merecía, también le eche su baldón y los sostengo. Y ¿si ni lo conocí? ¿Qué carajos hago en su sepelio? Nada me une a un cadáver.

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