Yo no escribo siempre por mí, aunque escribo con gusto y con afán y contra toda la inmundicia y la mediocridad humana, contra el melodrama, contra el pensamiento cotidiano, contra el adolescente que cree que se las sabe todas, contra el seglar y la política, los Coco Chanels, las Carolinas Herreras y los Pierre Chardines. Contra y a un lado del pensamiento cotidiano, aunque más bien apunto a una especie de inconsciencia en la que muchos viven y se desviven y hoy me juega con aquella estupidez del vestido, de llamarle la atención a alguien porque vino con la misma camiseta de ayer, el mismo pantalón, porque no se cambió de chaqueta, porque no trajo medias y tiene los zapatos manchados, la corbata desalineada, el nudo mal hecho, tarambanas arrogantes; siempre está el que critíca la falta de un botón, la camisa remangada, el cabello desarreglado, la barba espesa de tres días, el cabello sin champú o gomina, porque no se aplicó desodorante o talco, porque no usa perfume. Manía provocada por la propaganda y el comercial del baño diario y la constante etiqueta. ¿Se es más sano si se baña todos los días? ¿Es mejor cambiarse todos los días para que el vecino se entere que me bañé? No concibo el cambio diario de ropa en una sociedad afanada, ecológica y pobre, no veo al vigilante con dos uniformes haciendo un cambio diario, ni al alumno llevando su uniforme cada día al lavadero, no me veo a mi mismo en esos afanes por complacer la sociedad o el quedirán, pero no faltan los correveidiles que viven del yomecambiotodoslosdías y pretenden aplicar la tabula rasa con todo el que se les acerque. Dicen que Albert y Stephen fueron acusados de lo mismo y ellos se disculparon diciendo que querían evitar la fatiga de la elección y por eso toda su ropa era similar. Si quieren más ejemplos ahí está Zuckerberg y Jobs, aunque esos últimos no han sido, ni fueron ─y espero que nunca lo sean─ santos de mi devoción. ¿Quién cree que en las altas esferas como el congreso o el senado, usan ropa diferente todos los días? apelo a que dudo que los estudiantes se cambian de ropa a diario y que el buso o chaqueta que usan no recibe agua sino cuando por de pronto se suelta un chaparrón. ¿Nunca les ha tocado una chica que se niega a pasar la noche en un motel porque la verán al día siguiente con el mismo pantalón en la oficina? A mi escuela llegan los profesores todos los días con ropajes diferentes, se cambian hasta los zapatos todos los días, no sé la camisilla y los calzoncillos, lo que si traen igual es el cerebro, completamente anquilosado y sin nada nuevo en ellos, que mientras piensan en qué ponerse y en no repetir vestido se les va la eternidad entera y mientras critican y observan con detenimiento al que siempre lleva la misma camiseta con huecos de polilla y pantalón raído, los mismos zapatos sin limpiar o sucios de pantano y tierra, el cabello desarreglado y la barba espesa. Sarta de imbéciles amaestrados que pretenden riqueza pero se quejan de que el sueldo no les alcanza para vestir y que el poco dinero apenas les da para surtir la moda que cambia con tanta inconsistencia. Yo por ejemplo uso una camiseta y un jean hasta que los veo sucios, ventaja de vivir solo y si me perdonan creo que los calzoncillos se pueden usar cuatro veces sin deshonra, para adelante, para atrás y con lo de adentro para afuera, no creo en el poder del betún y me apesta tener que limpiar las botas para que el otro me vea presentable, mis medias no tienen el mismo color, mi trauma es que un día me salga el par exacto. Uso desodorante y talco para no hederle al de al lado, que es una muestra de responsabilidad en el acto de la convivencia, pero no vayan a mi casa, que allá no les debo ninguna etiqueta. No necesito imaginarme los ayes y dolores de padres y hermanos que me conocen porque "parezco una fotografía" "siempre igual": jean, camiseta y botas y a los niños preguntando porque me visto siempre de la misma forma cuando quieren preguntar si es que solo tengo una camiseta y unos zapatos, pobrecitos ígnaros, yo imagino lo que tienen en el cerebro: nada. Ven programas de modas y se desviven por la llegada del nuevo catálogo con los perfumes y modelos del verano 2020; ven la entrega de Óscares y premios globo y MTV para saber lo que usan ahora en Lóndres, Los Ángeles y París y están atentos en sus balcones para destrozar con la palabra al que no se ajusta a los cánones impuestos por la sociedad de consumo. Esperan con ansias el reinado de Cartagena para igualar modas y comparar cerebros quemados por pensar en pasarela. Yo no me escurro detrás del pensar qué me pongo, me pongo la misma ropa hasta que por azar la veo sucia y si cuando voy a mi corto guardarropa no veo nada más limpio, me la vuelvo a poner, con manchas de comida ─porque como cómo un cerdo sin pensar en la etiqueta y el displacer del otro que hace bocaditos y cambia de mano para tomar el cuchillo o el tenedor─ y suciedad de trabajo hecho, con hilachas sueltas, bolsillos abiertos y desmadejados y con botones faltantes, desteñidas naturalmente, no el que la compra gastada y rota porque es la moda, la mía está rota porque se atrancó en la valla o el alambre de púas, porque peleé con ella puesta, porque la arrojé al suelo para dormir en el campo, porque mi chaqueta es parte de mi atuendo particular, jamás salgo sin ella: mi chaqueta es la soledad. A todas estas ¿qué carajos importa que te pones? ¿piensa la ropa? o ¿demuestra apego por la moda, capitalismo salvaje y afán de mostrarse? ¿a quién le importa si me baño o no? ─yo me baño, reglamentariamente, cada 20 días... así esté limpio como dice Elkin G.─ ¿cuál es el problema si le doy de comer a los peluqueros o no? ¿En qué me rebaja el traje que traigo puesto qué, como dijo García, es mi traje de etiqueta y de combate, mi uniforme de batalla? ¿por qué se asombran de que siempre lleve la misma billetera, correa y arnés? ni la moto la lavo, mientras funcione perfectamente no necesita agua. Piensen mis queridos colegas, mis pupilos, mis amigos y mis detractores ¿qué hace a un ser humano? ¿la ropa o el pensamiento? No me respondan. Ya sé que van a responder, por el momento sólo les pido que se metan en sus vidas, que la mía ya la hice y sé hacía donde voy y porque hago lo que hago y no espero el regaño de mamá o el aplauso de vuesas mercedes y sacarriales majestades. A decir verdad no me importa la biblioteca que tienen en sus casas, ni los guardarropas con sus mil colores, ni las docenas de medias, zapatos e interiores yo me conformo con mis dos camisas ─una que se me acabó y otra que me voy a comprar─ mi par de botas y mis interiores de cuatro puestas.
PS: Las medias cambiadas surgieron por mis hermanos que perdían la pareja y yo me preguntaba si la media lo que hacía no era proteger el pie frente a las adversidades de la bota y las recogía todas, nunca junté un par igual y aún hoy, no me pongo un par del mismo color ni a palos, en serio, en mis sueños me veo con las medias del mismo color y de pronto, despierto de la pesadilla.
PS 2: Tengo dos medias distintas, botas de cuero raspadas... El que sabe de que estoy hablando le puede poner 25 años a esa canción y aún, más viejo, sigo igual. Y si a canciones vamos que tal aquella de, cansado de que vengas a reprocharme que hablo mal que repare mi vestimenta...
PS 3: Hablando de ropa que dura mucho limpia, hay un poema al negro en "En pocas palabras": visto de negro porque negra es mi alma y mi destino, visto de negro para renegar, que el negro es negación y olvido; voy de luto por mi fe que murió ha tiempo, porque negro me dura toda la semana y porque me da la gana.
PS 4: A mi no me interesa la pasarela, me molesta que justamente quienes menos piensan, busquen una razón para aislarme o criticarme. No tengo problema en vivir lejos de ustedes, me halaga. Lo que no pueden hacer es callarme y eso me hace casi feliz.
PS 3: Hablando de ropa que dura mucho limpia, hay un poema al negro en "En pocas palabras": visto de negro porque negra es mi alma y mi destino, visto de negro para renegar, que el negro es negación y olvido; voy de luto por mi fe que murió ha tiempo, porque negro me dura toda la semana y porque me da la gana.
PS 4: A mi no me interesa la pasarela, me molesta que justamente quienes menos piensan, busquen una razón para aislarme o criticarme. No tengo problema en vivir lejos de ustedes, me halaga. Lo que no pueden hacer es callarme y eso me hace casi feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario