Durante los últimos años he alardeado de no pertenecer al rebaño social. Me alejo lo más que puedo de la masa pútrida que sigue sus tradiciones y corrillos, que asiste a festivales y celebra enceguecida la navidad, la cuaresma, y los días del padre, madre, orgasmo, músico y vate, del tendero, del barrendero y del ama de casa, al igual que el día sin IVA, el partido de fútbol, la novela y el político de turno, la decisión del concejo, el decreto gubernamental y el impuesto "pro", el festival de la cerveza, la feria de las flores y el concierto patrocinado por el gobierno donde se aplica tabula rasa a sus participantes. La humanidad estúpida celebra sin decoro porque se cumple a pleno aquello de "pan et circes" y yo soy uno de los que dice que el pan está duro y ázimo y que el circo es barato y malo. No le pido al otro que me entienda y trato de no ser molesto, de todas maneras lo soy y eso hace parte de un pensamiento claro y diáfano: nada le debo a ningún hijo de vecino que nació y creció entre la sociedad que me rodea y nada debo decir si se muere y el día de "X" es la peor patraña que se hayan inventado para mover la economía y la lengua de paso. Yo no doy pésames y no hablo bien de los muertos. Los muertos muertos están ¿qué los lleva a ese estado? es un chisme que no me compete y no me interesa: "se murió fulanito" dice el correveydile y ese mismo espera recibir respuestas claras de un comprometido social: "¿!Ve¡ y de qué?" y !Cómo¡ que serán respondidas por el interlocutor en la forma deseada por él, pero que llevan ya un sello: "como era de bueno... te acordás que cantaba tal canción... pobrecito y con lo joven que era... Detrás vienen los respetos sociales que tanto odio, los pésames y las manifestaciones de consuelo y de afecto para sus allegados que incluyen porquerías de este tamaño: "larga vida a peranito... estará siempre en nuestros corazones... fue un grande a su manera... influyó bastante en su generación... lo recordaremos por siempre... paz en su tumba..." De los religiosos se siguen las santiguaciones, las misas en su nombre y las consabidas consignas: "misterios del señor... dios lo necesitaba a su lado... lo tenga en su santa gloria..." "qepd" o "rip"... y otro sinfín de idioteces y fórmulas que se han repetido hasta el cansancio. Fórmulas válidas para el que indefectiblemente está atado a la moral cristiana, al respeto y a la apariencia pero ¿qué hacen tales fórmulas en un ateo, apático que le valen cuatro granos de maíz tostado su cielo, sus deseos, su dios y sus descansos? Soy científico, la muerte no es un estado y no existe el alma, la muerte es la cesación de los procesos vitales y todo ser vivo deberá sufrirla. Soy estudioso de las sociedades pero trato de que ellas no me consuman. "Yo no debo nada a dios ni al gobierno por haber nacido por el coño de mi madre". Esa es mi respuesta. ¿Para usted se fue un grande? para mí se fue un cualquiera; para usted el mundo no será el mismo sin su presencia, para mí esta cochinada es cada día peor muérase el que se muera y encarcelen al que encarcelen; para usted su recuerdo y sus hazañas estarán en su corazón, a mí no me queda un rincón de este músculo capaz de albergar recuerdos, sólo tengo una bomba cardíaca; usted cree no poder vivir sin él, !sígalo¡ favor que nos hace de desocupar el amarradero para que se lo peleen otros cien turiferarios peores que usted. La experiencia me dice que podemos vivir sin un ser específico a excepción de nosotros mismos. Aquello de "siento mucho tú pérdida" es un cliché al igual que "mis condolencias" o "mí más sentido pésame" y qué tal esa de "sé lo que es perder a un ser querido" repetidores hábiles del contrato social. Hipócritas, hipócritas todos. Déjenme a mí, no me pregunten lo que pienso, que eso pienso y si por demás el muerto era conocido en la farándula, merece mi más absoluta indiferencia o si acaso mi desprecio o mi diatriba contra los que le lloran y se compadecen de quien ya no necesita nada. Sociedad absurda que conmemora y celebra la vida y la muerte por igual y con las mismas expresiones calcadas, copiadas y aprendidas. El contrato social es claro, quien no diga nada al respecto por respeto, no debe considerarse humano o por lo menos debe salir de las listas de queridos y de bienamados. Mi postura también está clara y mi silencio debería ser más que suficiente, no se trata de que no me enteré, se trata de que me da lo mismo y de que no pienso entrar en el contrato para recibir a cambio la contra de no ser odiado por respetar el dichoso contrato social de pesamear a los muertos y elogiarlos. Paso, me ahorro esa hipocresía, no presento mis respetos por cortesía y no me interesa quien pasa a formar parte de las filas al lado del barquero de Aquerón, como si todos no tuviéramos que llegar a él por las buenas o por las malas. En mi caso, sabido mi desprecio por el "otro mundo" que han inventado para sobrellevar la muerte, cual muerte, para consolar a los que se quedan en este valle; expreso que no requiero consuelo, no iré donde el barquero aquel y menos esperaré a las Erinias al lado opuesto mientras divago por cien años para mendigar el paso hacía Cerbero; no llegaré a las puertas del cielo a tocarle a Sampedro y me niego a entrar en infiernos diseñados por cobardes, aspiro a que sólo quede el dolor y la rabia y que mi muerte no sea tomada en cuenta ni llegada a sus labios para no sentirme profanado, aunque muerto, seguramente ya me importará un pepino.
PS: Aquí entre nos, todos saben de quien es esa frase... De Evaristo claro.
PS 2: Yo encuentro una especie de manía esperanzadora que no comparto para nada y que, obvio, tampoco soy capaz de expresar: "Tranquilo, todo va a salir bien... lo harás a la perfección... Claro que ella te ama, no puede ser de otra manera... te recuperarás..." "la pandemia pasará" "nos recuperaremos" yo estoy lleno de asco y de sinsabor, el sol bajo las palmeras me lastima y la sombra tan apetecida no la deseo ni la imploro. ¿Para que quiero un oasis frío si en el desierto la sed me alienta?