jueves, 27 de agosto de 2020

¿Fin de cuarentena?

 Dizque se acabó la cuarentena, ciento cincuenta y pucha de días en los que sufrimos del encierro obligatorio, de los mil picos que se inventaron, de la restricción de salidas a las carreteras, de acomodarse en las casas de amigos a hacer una fiesta, de salir a comprar repuestos para cubrir esta "obsolencia programada" en la que estamos sumidos con nuestros aparatos eléctricos, nuestros móviles y dispositivos informáticos, de levantarse de la cama a la sala y a la cocina para repetir el ciclo incontables veces, de no poder reunirse con los amigos a tocar guitarra en un parque. Cinco meses en los que salir a la calle era enfrentarse a la "chusma" de la ley exigiendo permisos, número de cédula, excepciones, mascarilla, distanciamiento y reprimiendo toda forma de trabajo distinta a las que aparecían en el decreto ordenado por la santa sede. Volvemos pues a una normalidad, pero la normalidad del encierro sigue, ahora le dicen excepciones "puntuales" y hasta "cuarentena inteligente" donde lo único inteligente, no siéndolo, es el sustantivo, pero tales puntualidades resultan ser exactamente las mismas de la cuarentena: Siguen los mil pico y... Para comprar hay que mostrar el permiso; la mascarilla y el distanciamiento son obligatorios y las reuniones están prohibidas; sin contar que los viejos, gordos, preinfartados y diabéticos deben quedarse en casa. No sé cual es la buena noticia. Seguimos igualitico que antes y, aunque la ley lo permita, seguiremos en las mismas: el que no te saluda de mano y abrazo porque teme contagiarse, el que te mira feo porque no usas tapabocas o porque no usas antibacterial, el que no te vende porque no es tu pico y el que te acusa de ser un irresponsable que amenaza la vida de los demás. Los pueblos están invisitables por el miedo, las carreteras tienen retenes asegurando todas las "normas" que impone el gobierno y abusando de ellas como siempre. Los bares abrirán para vender jugo de naranja y papaya; los moteles, a donde va el pobre a relajarse de su vida matrimonial, abren con protocolos y cédula en mano, a más que un escrupuloso registro bastante intimidatorio; casinos, salas de juego, billares y gimnasios se quedan cerrados y quebrados; los niños no irán de nuevo al colegio este año y si vuelven será con el modelo de "acordeón" !con lo que me gusta a mí el vallenato¡ los viajes aéreos abren a ciertas ciudades y con restricciones mil; el servicio público está limitado al termómetro que marca 34° centígrados como normal, ayudado por el tarugo que lo emplea; los restaurantes se limitan a vender de puertas para afuera o en la calle; en los establecimientos te exigen pagar con tarjeta o no te atienden; las pequeñas empresas personales sólo pueden abrir si están inscritas en las plataformas autorizadas por el gobierno. Las filas para comprar un potenciometro justifican dejar la guitarra con el chasquido y la llave de agua con el goteo por un empaque de cien pesos; los miedos en las urbanizaciones para poder ingresar, si no eres habitante, se volvieron más complicados y hasta se llega a "prohibir" la entrada de "externos"; las empresas abren a medio pelo, unas pueden trabajar unos días y cerrar los otros y se les obliga a realizar teletrabajo por lo menos un día a la semana. La ley seca continua, los toques de queda continúan, continúan las multas que son más exorbitantes que las del "código de policía". ¿Cual es pues la normalidad? o ¿Cuál es la diferencia con la "cuarentena obligatoria"? Ninguna, puro nombre y noticias para los medios que dicen "buenas noticias" y le elevan la moral a un pueblo ingenuo y casto que aún sintoniza a su presidente a las seis de la tarde todos los días. ¿hasta cuando permaneceremos así? Seguramente luego de que el peligro haya pasado y de que el miedo haya pasado y de qué "produzcamos una vacuna" !cómo si fuera posible en Colombia¡ y de qué las empresas se hayan nivelado con los despidos y de que cese la corrupción amplificada por los decretos de excepción que todos nuestros dirigentes han aprovechado para comprar con usura (dejando la usura para ellos) implementos para la pandemia. Volverá la normalidad convertida en guarida de ladrones y nuevas religiones; volverán los mesías de nuevo cuño que inventan formas de paliar la enfermedad con frutas y plantas exóticas compinchados con los mismos que esgrimen la fe como prueba; volverá, claro que volverá la normalidad por ley y por decreto, pero que no me inventen en los medios que es una "buena noticia" porque yo no veo y no hay ninguna buena noticia.


PS: En Colombia no se producen vacunas, !se ensamblan¡ si tenemos el permiso de la firma y pagamos los derechos de autor de la Sayco médica.

PS 2: Pobrecitos los rolos con un sistema de transporte obsoleto, que, al 50%, estará igual de atestado. También es curioso que en el resto del país sea del 25% ¿a quien le estarán cuidando el bolsillo?

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