lunes, 14 de septiembre de 2020

Harto de mí mismo

 Me doy cuenta con desgano que absolutamente todo el mundo me parece un montón de idiotas, lo que me incluye. Por días he ido viendo gente que me saluda y me habla sin parangones o con ellos, pero que me pongo a analizar los parangones o la ausencia de ellos y no me parece más que una estupidez lo que han dicho o lo que dejan de decir; sus actuaciones, sus payasadas o sus preguntas. No era raro que por mi formación apática y malgeniada lo sintiera así de algunas personas, lo curioso es que ahora me pasa con todos.  En verdad pienso que preguntar es una tontería, basta con pensar en lo que el otro hace y podemos deducir lo que está pensando o lo que quiere, creo absolutamente que puedo ahorrarme la interacción, hablar es un sucedáneo del aseo social y qué pena el clisé. Íbamos en el taxi, el chofer se había subido cambiando un billete. Al bajarnos en el punto destino nadie hurgó en el bolsillo. ¿Para qué pregunto lo obvio? Mi compañero contrató un taxi prepagado y lo pagó mientras esperaba que yo bajara del apartamento. Ofrecí sin hablar, mandando la mano a mi bolsillo, algo de dinero, obtuve una contestación. "Después arreglamos". Si no vamos a hacer preguntas tontas, deberemos permanecer en silencio. Toda pregunta sobra. Sin más podría decir que me hartan todas las posiciones de los demás y las mías que escribo aquí, qué si sí o qué si no, que yo hago esto y aquello, que yo prefiero Avengers, que a mí los héroes me parecen estúpidos, que las películas son una mierda, que sin ellas no puedo vivir, que voy para una premier... Así sobre cualquier tema, cada uno con sus queridas y sus aberraciones cromáticas, cada uno con sus pros y sus contras o con sus sí o sus no. Secos. !Qué pereza la defensa de mi postura que también vale una mierda¡. Aquí es donde me pregunto: ¿Qué me hace seguir escribiendo? Me despierto cada mañana con algo en la mollera, pero si me detengo a pensar lo que voy a escribir, supongo que no vale la pena, que otros ya lo han dicho, que mis puntos son altisonantes y sobran, que muy a pesar de que lo exprese, nadie tiene porque actuar en consecuencia, qué no es necesario que el otro se entere de lo que fluye en mi cerebro o de que su capacidad de raciocinio aún funciona o mejor, que no funciona. Hastiado de la normalidad civil que barrunta por donde todo el mundo lo hace, que pide lo que los demás piden, a fuerza de sonar repetitivo, que tienen la malgastada "opinión pública". El que a pesar de no adorar esfinges ni muertos escribe sobre ellos, el que se dice anarquista para violentar a los demás, el que cree ser algo más que un humano simple y corriente, el que se apega a hacer un comentario por hacerlo. ¿Qué es un comentario en una publicación sino la reafirmación de un yo que sigue? ¿A quién queremos mostrarle nuestra presencia y nuestro yo que aprueba o desaprueba como un dios? ¿Qué se mueve en las entrañas circunvolutivas del que deja un "like"? Yo no pretendo saber, con la información que tengo y unas cuantas reacciones extrapolo a toda la humanidad porque toda la humanidad es una grey tocada por la virgen de Atocha y el niño Jesús de Praga y cité dos porque no me sé las hijuemil advocaciones cristianas y colocar más sería jugar con la seriedad. No concibo la genialidad de los productores de películas, no la veo en los dos millones de canales de youtube, no veo la música como un don -todo el mundo sabe tocar un instrumento y aparte de jurar que son buenos se lo creen- o a la letra cantada como una osadía y un himno. El rock es todo igual, nada suena diferente y ¿qué podría decir de la otra música? El apego por una u otra canción que sentimos nos interpreta es otra torpeza general, llevada al culmen por una gran mayoría, que justamente es la que se encarga de elegir por el método "People choice awards". Seguramente si "Nature" o "Annalen der Physik" se basaran en este concepto para sus artículos, lo que publicarían sería un compendio religioso y una sarta de creencias estúpidas convirtiéndose en revistas de chismes. La esperanza no me corroe, no espero nada, pero me sigue asombrando que existan personas con ella y que lo  esparzan a los cuatro vientos o me asombra que vivan de ella y se alegren por cosas tan nimias como el arresto domiciliario de un prócer o su defensa o las marchas a su favor o las marchas en su contra. Vanas esperanzas... de todos. "Volvemos a la normalidad" y todos brincan y se abrazan como si la palabra fuera orden y paz; "día sin IVA" y se regocijan de la magnanimidad de los líderes que impusieron el impuesto; "Salió la vacuna" y hacen fiesta como si ya se las hubieran aplicado. ¿Soy Garrik o Plauto? ¿Arquíloco tal vez? No. Soy Jaime, James, Jimmy, Jim... un bato cualquiera y entonces ¿Por qué me peso tanto en la conciencia? "el tiempo lo pudre todo" y la muerte todo lo cura. El tiempo ya me pudrió y seguramente, la muerte me curará de todo.

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