lunes, 20 de diciembre de 2021

La insignia

Yo quise develar la psicología de las personas que llevan en la batalla la insignia del bando que representan, pero cometí el error de pensar en mi transfondo psicológico que desprecia los colores y las insignias empresariales. Olvidé fundirme con el soldado hoplita y con el guerrero samurai, con el huno, el peshetairoi y el recluta. El yabusame, el cruzado, el héroe de universos infinitos, la banda musical, la empresa canchera y hasta el más sofisticado imperio galáctico o guerrero robot. Todos llevan insignias y se sienten orgullosos de la representación que llevan en sus pechos o en las medallas o en los instrumentos. El que ostenta una guitarra Gibson o Paul Reed Smith quiere que su marca reconocida sea vista y a veces la imprime también en su playera y seguramente las bandas al subirse al escenario llevan el nombre de su banda con ellos o el de alguna con la que quieren ser vistos o identificados. La empresa pretende entrar por los ojos y que su marca sea conocida con un vistazo: no es gratis el color, las franjas, las sinuosidades. ¿Saben cuántas marcas o logotipos podemos reconocer sin mayor problema? Claro, entre en el mundo de la mercadotecnia y las artes del capital, habría que volver a la guerra para hablar del orgullo de llevar el astil con el blasón de identificación y no dudo que con los colores y el distintivo de tal o cual fuerza especial. ¿Se pueden imaginar el orgullo de llevar una insignia que diga "SPETSNATZ" o "CELTA DE VIGO" o acaso "GRULLA", "ERMENEGILDO ZEGNA" u "OP"? Volví a salirme, !qué pena¡ Un cruzado que defiende su religión hasta la muerte y que da caza a los infieles y convierte a los bárbaros, que va o que viene, está orgullosos de pertenecer a su clan y lleva las insignias correspondientes y un samurai que defiende a su clan o pelea por su daimio, está orgulloso de morir por su señor y no es raro que exhiba el kamon correspondiente o que lleven a un "encargado" de lucirlo; aún entre los ashigaru debió verse el deseo y la sujeción a la empresa de un señor feudal o de una familia. ¿A quien se elige para portar el estandarte? Habrá que instruirse, realmente sería una presa muy deseada por el enemigo, así que habría que otorgarlo a alguien fuerte y arriesgado. No, el fuerte y osado no sirve porque se necesita en batalla, y el emblema hay además que protegerlo por lo que además de llevarlo una persona, obtenía una guardia de honor, así que asumo que quien llevaba el estandarte no era el más avezado en batalla, era más bien algo como el tambor que repetía órdenes preestablecidas, un niño como Óscar Matzerath y tal vez de su misma altura, alguien inútil en batalla, de la misma manera debió elegirse el portaestandarte, aunque se le dijera lo contrario, un personaje no muy hábil, pero capaz de llevar la bandera y el pendón. Esto se aplica a las fuerzas que llevaban un único estandarte, pero las fuerzas de hoy, llevan esa placa en cualquier parte y todos son posibles blancos, con mayor afán los combatientes; pero el tambor que fue reemplazado por métodos de comunicación y el portaestandarte que está representado en cualquier posesión del enemigo, son objetos deseables en batalla y se les busca desde el inicio. ¿Quién no quisiera poseer el tambor de Queronéa o el olifante de Aníbal, la diana de Mc Arthur o la radio por la que se gritó "Tora, tora, tora"?

PS: Al hablar de un estandarte único, el más significativo, debió convertirse en objeto de deseo del enemigo y por tanto en un blanco llamativo. Si me permiten la curiosidad de que fuera de primero en la batalla constituía un delicado punto de honor el no matarle desde el inicio de la batalla. El no tomar el estandarte hasta haber abatido al enemigo era cuestión de honor y por ello no era a los primeros que se atacaba. Reglas de la guerra: el no disparar a los oficiales de mayor rango que dictaban órdenes de batalla desde otro lugar, el cuidar al tambor que repetía las órdenes con su instrumento y salvaguardar al portaestandarte que, de alguna manera, recordaba el porqué de la carnicería.

PS 2: Tanto el fan que busca quedarse con la camiseta de su ídolo o el coleccionista que compra un disco busca identificación y más que eso, posesión, al contrario, el vencedor en batalla exhibe su bandera para que se sepa quien es dueño ahora de tal posesión y destruye la del enemigo para que no vuelva a ser exhibida. Puede existir antagonismo o parecerlo, pero ambas son formas de posesión y que uno atesore el objeto de deseo y el otro lo destruya no está tan lejos como se piensa. Lo que se destruye también se posee.

PS 3: Aludir a un cierto momento en la historia en la que las naciones no existían, pero se le debía deferencia al dueño de las tierras, al señor, al rey, al vencedor y el que aquello desembocara en el absurdo patriotismo, no es parte de esta reflexión, pero es importante entender que aquel que lleva insignias lleva una elección fraccionada. Sea en la banda de turno, en el vino que consume al por mayor o en la marquilla de los zapatos y claro, en la bandera con la que desea ser envuelto y enterrado.

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