domingo, 26 de abril de 2020

Punk en el ojo

No es para nada complejo hablar de mí y nadie puede llamarse a engaño si me presento y le cuento de que me trato. Yo mismo me trato de la manera más despiadada porque entiendo perfectamente que ser uno más de la especie humana no me hace la gran cosa, soy uno de 7.500'000.000 personas por lo que represento al 0,0000000133% de la humanidad y además pertenecer a esa masa ingente que grita, quema, añora, se enternece, apapacha, se cree única y compleja, llora y se ríe sobre esta pelota errante llamada tierra a la que hemos contribuido en ir destrozando con siembras indiscriminadas para consumo humano y edificios y más gente y vehículos y contaminación para después quejarnos y hacer un día sin carro, no me atrae para nada. No, nada especial soy y si alguien se siente así, pues lo felicito y sigo con mi relato. Yo específicamente soy un adicto a los licores y me atrevo a decir que sólo me gustan los de alto octanaje y que hasta el ron de piratas me parece de niñas, la cerveza como bebida nacional es lo que se merecen los colombianos, jugo de malta con un nada poco incentivador 4% de alcohol y el diurético más famoso y la bebida más anciana de la humanidad. Si bebo no es para olvidar, no tengo penas porque mis familiares cercanos están vivos y no me les acerco ni a 100 cuadras y por mí pueden morirse todos ¿Qué puedo expresar de los lejanos? ¿Qué les deseo larga vida y prosperidad y unas bonitas fiestas? Nada, no se me pasa por la cabeza el porcentaje de interés que tengo en ellos, supongo que tiende a cero tanto por derecha como por izquierda. No me afectan enfermedades muy raras aparte de la vejez y de la apatía por hospitales y médicos y trato de curarme yo mismo como haría cualesquier especialista: "eso es una inflamación tome aspirina" "eso es una conjuntivitis tome aspirina" "eso es vejez tome aspirina" "eso es un hueso roto tome aspirina". Supongo que tengo el cáncer que me dio la vida y de él desapareceré, uno de garganta o uno de pulmón. Dudo que sean bellos esos cánceres, pero nada raro me debe parecer cuando he fumado toda la vida desde los doce años y nunca he sentido la necesidad de traicionar tan lindo vicio. La bebida también ha sido una constante desde muy joven y tampoco me siento en la capacidad de traicionar a mi hígado, a la bebida estimulante de mi apetencia: una ginebra o un vodka secos, sin pasante, sin mezclas, puros, de la botella porque siempre me ha parecido que brindar con vasitos o copitas o copas es de gente de bien. Yo bebo de mi botella por el pico y quien quiera compartir, así debe hacerlo. En sexo no me engaño, me gusta el sexo pero no quiero perseguir ilusiones. Nunca lo hice ¿por qué habría de hacerlo ahora? Yo no anduve detrás de nadie y me parece que desprecio a esas aves de rapiña que le llegan a las chicas en cualesquier lugar y las piropean, las miran hasta desnudarlas con la mirada o las irrespetan y al final, se las comen. Porque las mujeres son tan estúpidas que sienten que esa es la vía y se entregan y, cuando no las miran y las irrespetan, se sienten menos bellas. Por ahí dicen que el que no llora no mama, es decir que el que no retaca se queda sin pedazo, pues prefiero quedarme sin pedazo que parecer un buitre carroñero. A mí que no me den nada, pero que no digan que estuve babeándoles encima porque no es, ni será cierto. En mi niñez debí enamorarme, pero jamás fui dueño de pedir sexo o de ofrecerlo. La gente me cae mal en exceso, puedo contar a algunos que me caen bien es cierto, pero nunca bien del todo, siempre estoy encontrando peros en las personas, aquel por bruto, este por listillo, ese otro por pedante, aquel por hablador, este por chismoso, aquella por creerse un pastelito, ésta por infantil y aquella por amargada. Yo soy un amargado, nada me tiene contento, nada me interesa, nada me conmueve, no le veo gracia a los viajes, a las propagandas, a las fiestas, a los amigos, a las visitas, a las obligaciones, a los muertos, a los impuestos, al gobierno, al estado, a la política, al sicario, al vigilante... todo es tan absurdo. En sexo no nos engañemos, no soy joven y no respondo de la misma manera que hace treinta años, la mujer que salga conmigo por el deseo mismo me parece excelente, pero no por mi potencia sexual o mi fogosidad. Dicen que el joven quisiera lo que el viejo pudiera y puede haber nada de cierto en eso. El joven dispone de fuerza y ganas, el viejo se relame de tener experiencia pero eso es pañito de agua tibia porque no se le para y las mujeres bellas se lo dan a otro. Yo no soy fiel en cuestiones amatorias, todo aquel que desee pasar un rato a mi lado con el esperma de mi experiencia es bienvenido y si se va no hace falta. A mis queridos amigos no los llamo, ni les escribo, si me necesitan que me busquen y mi regla de oro es que debe ser antes de las 6:00 de la tarde porque no recibo invitaciones de putas. Después de esa hora cierro y si alguien me encuentra lo felicito y lo mando a comer espárragos. Abandoné los celulares porque no quiero que me encuentren y no me interesa el celular sino de tres o cuatro personas y los llevo en mi mano izquierda en mi Telememo. Hasta el sol de hoy no se me ha antojado marcarle a nadie. No me pregunten por mí número ni me den el de ustedes, que asco tener celular hoy que hasta los perros llevan. Yo tengo, si, pero mis celulares no son inteligentes y los dejo en casa ¿Para que me sirven? quien me necesite puede dejarme un mensaje y si es urgente se puede ir a buscar su urgencia en otro lado y si me apetece le devuelvo la llamada, pero no, no me apetece. Si les gusta así, me llamo Jaime y si no les gusta me sigo llamando igual, aunque tenga que hacerlo yo solo. Me divierto con la lectura y leo, puede que no como Matusalén o Temístocles, pero nadie puede refutar mi lectura, lo que leo sí, pero no mi displacer por las lecturas de superación personal, el terror o el informativo Atalaya de los testigos de Jehová y la información amarillista de RCN y Caracol. No le creo a nadie y como ya dije, nada me causa impacto: Que el coronavirus llegó a Colombia. Que se muera medio mundo o todo, si no son capaces de pasar la prueba de la naturaleza. Que se acabó el petróleo. Que caminen o que vuelvan a los velocípedos. Que Iván Duque compró votos. Ahora se sorprenden, ningún presidente ha dejado de comprar votos desde que la democracia lo es y ahora se indignan como si no lo supieran. Que gana un Óscar D'caprio, lo raro es que se gane un Grammy o que Shakira y Juanes se saquen un globo de oro... Todo concurso está comprado, ni los Nobeles son respetables. ¿Me queda algo por agregar? Ah claro, soy pedante, con la pedancia que me da el conocimiento ─nimio pero siempre mejor y más práctico que el tuyo─ engreído, con el engreimiento que me da mi postura apática, soy mentiroso porque la mentira es el pan diario y al parecer la verdad es insoportable para algunos. Hipócrita a veces porque es la única forma de vivir en estas sociedades, aunque lo que no me gusta lo detengo al instante y a cada uno le digo su verdad, si se me arrima, para que sepa a lo que debe atenerse. Si así les gusta perfecto y si no les gusta maravilloso.
He escrito libros de humor, de un humor sacrílego e impotente porque nada es cierto y porque lo que quería era denigrar esos temas que traté, la religión, el suicidio, las artes marciales, pero no es mi intención hacerlo reír, es mi intención reírme del mundo, porque me aterra ser el patiño de alguien.
A los amigos, a aquellos que aparecen cuando quieren y que no tienen celular o medios, que no quieren tener redes o subir bobadas, yo los dejo que hagan lo que les de la gana, pero no vengan a exigir cuando aparezcan que yo no tengo ningún compromiso. Yo no le pido que venga y me visite y no le echo en cara si llega y se toma dos, pero no se les olvide: no obligo y nadie me obliga. Pueden contarse en los dedos las veces que he llamado a alguno para proponerle una cita y me sobran todos. Saben donde me encuentro por lo regular de mis ciclos, si quieren llegar son bienvenidos, si no quieren llegar no tienen porque sentirse obligados, si no llegan no hacen falta y si llegan y no hay nadie, yo no me he comprometido con ninguno. A las chicas que me escriben en línea: paciencia, yo no les coqueteo o trato de pedírselos y por lo mismo me enoja bastante que me digan "me dejó en visto" o "yo casi no me conecto" sabiendo que cuando están con uno revisan el celular cada 10 minutos y no precisamente para mirar la hora. Al efecto quien me vea conectado o revisando el móvil, le pido que me golpee que debe ser que me estoy embobando. En cuanto a licor queda claro que quien me quiera invitar a algo, que no sea lo que le gusta a él, sino lo que me gusta a mí o no me invite. El que ama los animales, está en su derecho, pero a mí no me gustan, por favor si me va a visitar deje el perro o el gato o no vaya que es mejor para mí. No puedo obligarlo a usted a odiar la vida, pero usted no debe obligarme a amar a los animales, igual pasa con los vegetarianos, yo no los obligaré a comer carne en mi casa, coman pan y semillas de sésamo y sucedáneos de la carne en forma de tortas, ¿a mí qué? pero espero que ustedes no me repitan esa retahila estúpida sobre la conciencia animal y mucho menos que me sirvan vegetariano en sus casas: soy carnívoro por decisión propia y bien pensada. Avisen sus avenencias al Centro democrático o al Uribismo que yo no defiendo a ninguno ─ni partidos, ni amos─ ni me interesan. Expresen sus gustos musicales que me choca mucho el que salta de emisoras buscando esas torpezas estereotipadas que llaman canales y, en general, prefiero el silencio. Avísenme de sus virtudes y así sabré a que atenerme con mis vicios y estaré en mi derecho de retirarles mi amistad o de rechazar sus invitaciones. En mi casa dice: "Este lugar está libre de reguetton, televisión, señal celular o WIFI, disfrute de una buena charla" Si va a mi casa a ver su celular, adelante, pero no espere que le aplauda. En mi caso soy enemigo acérrimo de andar pegado del celular como un bobito o de dejar mensajes, preguntar tonterías o chatear sin metas. A lo que vinimos, vamos y nos fuimos. Religiosamente hablando no soy correligionario de nadie porque el ateísmo no es una religión. A decir verdad no me afecta que usted se pegue de una estampita o de un escapulario para solucionar sus problemas o que ande repitiendo: "dios mío", "si dios quiere", "gracias a dios", "dios mediante" y "si dios nos ayuda y nos presta la vida" pero le ruego que deje sus plegarias para su casa y la mía la deja libre de dioses también. Yo no necesito de dioses mediadores o serviciales que me presten lo que no me han dado o que me permitan lo que yo hago sin necesidad de permisos y sin remordimientos. La tecnología no me agobia, sé de ella y puedo reparar muchas cosas sin ser un experto, me afecta sí que todos quieren poner en línea lo que hacen y esclavizarse de redes, páginas y aplicaciones. Quiero por voluntad alejarme de ello y por voluntad despreciar las redes, la red y los datos.

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