viernes, 17 de abril de 2020

¿Quién manda aquí?

Terminar de condenarse no es la palabra clave, la palabra clave debe ser algo como impotencia cruda. Yo entiendo que hay muchos felices en sus casas, devorando series y en trabajo ausente, comprendo el miedo de otros y la necesidad de muchos de halagar y sostener al gobernante en turno. También me parece que él solamente ha sido educado para evitar el desprestigio y hace lo que le dice una mayoría o por observación de redes y trinos. Los mandatos deben ser con criterio y basados en datos reales o por lo menos en datos estadísticos concretos y fiables, hasta donde son fiables las recolecciones de datos. Pero ¿Ustedes se imaginan mandar por comentarios de redes? el acabóse completo cuando cada uno muestra sus elecciones y predilecciones, que de seguro vienen aderezadas por otros gustos. Yo recuerdo a un profesor que decía: "Votemos todos por este tal que nos va a ayudar" o a un amigo rockero: "Con este man conseguimos las zonas libres o de tolerancia del Periodista y el parque Lleras". Supongo que cada gremio en el país puso en bandeja de plata su gusto y necesidad basada en un interés. De nada me sirve decirle que si usted hizo eso, hace parte de la corrupción en el país y si votó por el medio día de sueldo, el medio día libre o el 10% de la matrícula no hizo más que participar en el juego. ¿Vendió su voto por papitas, rumba, guaro o plata? déjeme decirle que gracias a usted, la democracia es lo que es. Se puede quejar y seguramente le oirán, que hagan algo al respecto es lo que dudo. En red ve uno el ataque a unos políticos y el ensalsamiento de los mismos por otros. La invención de unas mentiras por unos y la refutación de verdades por otros. Se ve el conformismo: "por lo menos no está escondido como Ortega" "mal que bien se ha portado a la altura de la situación" y "dejen de atacarlo, pobrecito que está abrumado". Está el que muestra lo inflado de las compras asignadas en carrusel de contratación de 20 mercados de 50.000 pesos por 4 millones y que fueron enviados a las familias más pobres de una vereda inexistente a donde nunca llegaron pero de las que se mostraron por los canales nacionales la entrega y distribución hecha por los organismos del estado. Está el que pondera las grandes inversiones hechas en los más necesitados 1.2 billones en ayudas extraordinarias de 160.000 pesos para vivir, en un país que ni el mínimo alcanza, que por 20.000 pesos no es un millón. Las empresas donan exhorbitantes sumas 10.000 millones, 100.000 millones, pero no vemos que eso subsane, cubra o abrace a alguien en especial y sólo vemos la publicidad exagerada y, de nuevo, los agradecimientos pomposos, los llamados a héroes, las medallas postcuarentena in honoris causa, los que si sirven y los que no sirven. La publicación de los precios exagerados en las tiendas de víveres y los que las desmienten. El llamado a respetar a los ancianos y las cartulinas pidiendo que los que están saliendo a la calle no usen las zonas comunes. El héroe que alimenta los perros callejeros y el que los cocina para alimentarse. El desalmado que trata de matar una criatura por compasión, un seguidor de Jack Kevorkian y quien la salva por tercera vez usando un emético natural, seguidor de la madre Teresa. ¿Cuántos mundos deberemos hacer para tener contenta a la población humana, aunque sea en parte? Imposible no es. El multiverso tan en boga hoy, no resuelve el problema sólo crea más caos. El mando, de todas maneras, proviene de una sola fuente, que se ve alterada por los comentarios y la tendencia media. Evitar que alcaldes propusieran cuarentena y proponer la cuarentena nacional fue casi una sola decisión. Despreciar las máquinas secuenciadoras de Venezuela y decir que se pidieron 50.000 pruebas rápidas fue lo mismo, aunque se demoraron como 25 días en llegar. Alargar la cuarentena y observar los alargamientos en otros países fue al unísono. Anunciar un aislamiento inteligente y saber que nos estamos quedando sin opciones como ropa, electromésticos, gasodomésticos y otros (una cuerda o dos no hacen mucha falta pero queda la guitarra mueca; el empaque de la olla a presión, la cuchilla o el vaso de la licuadora, el gas de la nevera o el empaque de la misma) ─por aquello de la obsolencia programada─ y saber que la gente teme volver a sus labores es la misma cosa. Hay unos amañados en la pereza y otros hartos de conocer la convivencia a la fuerza. ¿Les digo una cosa? sólo me acordé de mi madre que ponía la solución en la boca de mis abuelos: "ánimas del purgatorio ¿quién las pudiera aliviar? y  los abuelos contestaban en coro la auténtica solución final: "que dios las saque de penas y las lleve a descansar."

PS: Yo soy bastante precavido y tenía dos fogones, ambos han fallado ya, improvisé una cocineta de papel higiénico con alcohol y ahora uso latas para calentar café. Se dañó la llave de la cocina por una manguera y me tocó improvisar un alargamiento muy tenso, el reloj de batería de moneda ─no hay donde comprarla─ 2026 falló, al igual que fallaron ya muchos glucómetros. He enseñado a dos personas a usar caimanes y resistencias para emplear un cargador normal de celular como fuente de alimentación y he tenido que improvisar un par de arreglos en planchas de cabello porque los pulsadores no se pueden adquirir. Supe de a quien se le quemaron los tres televisores al unísono y de quien tiene el vehículo parado por falta de mecánico o de repuesto. Algunos están locos con el cabello y la barba larga que se hacían recortar cada ocho días en la barbería de la esquina y no faltará quien esté desesperado por no poder complacer su impulso de compra. Hay almas para todo, y la entropía tiende a aumentar siempre, pero la solución  de los abuelos sigue siendo viable.

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