Al fin y al cabo los remiendos de la naturaleza se complementan con los rotos y los descosidos y para los unos y los otros hay de los unos y de los otros, que se van amalgamando hasta parecerse unos y otros. En cuanto a rotos y a descosidos se ha hablado bastante y no en vano en las calles de Medellín y en toda Colombia, pululan sin visa psicológica, ni carné de miembro de la universidad del embauco, gente que te lee la mano y te advierte de posibles encantamientos y sortilegios que personas de dudosa reputación puedan haber lanzado sobre ti y que hasta te muestran la sal y te sueltan algunas frases barnum para ver si caes en el enredo. ¿De quien es la culpa de la ingenuidad predominante en el ámbito escolar y familiar? o mejor ¿Qué fue primero el roto o el remiendo? que sin roto no hace falta remiendo y el remiendo puede subsistir sin remiendo pero al ser observado cualquiera le dirá que le hace falta el roto. Que se arreglen entre ellos, aunque sean inanimados y se dignen contarnos a qué conclusiones llegan que mientras tanto podemos hablar de la ignorancia que habla, que no es más que la tradición y el medio pugnando por salir y contar. Una profesora me contaba que había soñado conmigo y a la tercera vez que me comentó decidí dar por sentado que los sueños no eran más que miedos o deseos ocultos y me respondió como toda una psicóloga graduada en Hard Bar sobre su posición frente a tamaño oficio: los sueños indican cosas que uno debe saber interpretar de acuerdo con los manuales del significado de tales publicados en la biblioteca de la ignorancia por la editorial del chisme. Me alejé como de un demonio porque en mi mundo eso es satanismo y la credulidad del descosido no se cura con la seguridad del remiendo y viceversa, que es como decir que el remiendo, por más astuto que sea, a veces, deja el descosido visible. Los números son un tremendo golpe a la realidad, aceptando que explican sin más, porque la deuda crece con los intereses y decrece con los abonos, de los cuales los dos son descosidos. La punta del Iceberg es un tarado, que apenas sabe contar, implica que la condición de un número por ser tal, puede producir un cambio o un desaforo o acaso traer azúcar o sal en el destino, que los destinos son inapelables y son como son aunque puedan predecirse y resulte de la casualidad que coincidan con la predicción. Los números, mis desalumbrados, representan cantidades y sería malogrado pensar que por su forma o su capicúa puedan interferir en tales destinos de una u otra forma y que la fecha del nacimiento sumado o reducido a una sola cifra se acerque a una predicción del destino y la personalidad; que el mago elija "siete" como palabra cabalística o que se le tenga miedo al "trece" y se respete el "tres" como sagrado, sólo depende de los descosidos y no de los remiendos, aunque me estoy metiendo en la discusión que deben desarrollar los dos seres inanimados a los que me he referido con bastante asiduidad. Se duda que un alocado numerólogo pueda llegar a concluir los verdaderamente importantes números de Pi, la constante de Euler o la proporción áurea. Hasta dudo que los conozcan o sepan para que sirven Finalmente remiendo o descosido dependen únicamente de como se descosió el descosido y de dónde se sacó el remiendo a coser. Vayan miren y se darán cuenta las mentalidades detrás de tales raciocinios, perdón, de tales rotos y se darán cuenta que abarcan personas que carecen en absoluto de realidad física y conviven inmunes con una realidad psíquica que se desprende de lo mágico y lo irreal. No existen los santos en mi mundo y los dioses están ausentes o no representan más que deseos de un remiendo que no es natural, aunque así se presente por los aduladores del oportunismo mágico. Seguramente encontraremos un roto tan agradecido con el remiendo que evalúe pertinente dignificar al remiendo con el título de santo o de inferente en las condiciones subsecuentes en la vida del roto y no es para menos, ya no ingresa aire frío, ni mostramos las partes pudendas con desafuero, pero el roto y el remiendo se pierden por sí mismos en quien le importa un pito el descosido y el remiendo o qué en resumidas cuentas, le parece que los rotos y los descosidos son tal para cual y no participan en la elocuencia de quien quiere demostrar la importancia de ambos. Ah locos quienes se aventuran con la palabra a tratar de contradecir o cambiar los rumbos de rotos y descosidos con sus propios cosidos y parches. Me apego a la cuestión: que inanidad el estar rezongando sobre números cuando el número es inherente y libre de contagios... a menos que haya un roto.
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