La ciencia es una beata incomprendida, son tan pocos quienes le ponen en el lugar que se merece que toca hacerle una que otra defensa, aunque en verdad, ella no necesita apologistas... Yo soy sólo un entrometido, pero ¿qué le hacemos? Y lo peor es que me propongo demostrar sin esfuerzo la función del corazón y arremeter contra los santos inocentes y el día de san Valentín y contra toda la parafernalia de corazones que se reparten en cada fiesta de enamorados, del padre, de la madre y del niño... No es por más que lo primero que ocurre es que la gente cree ─dudo que piense─ que el amor se encuentra ubicado en el músculo cardíaco y que es con tal bomba impresionante que queremos y amamos, cuando ya el amor había sido rebatido como un constructo social desenfadado para tener una razón de copular y tener sexo y liberar endorfinas buenas, que también hay endorfinas malas. Les hago llegar el mensaje que el corazón, primero que todo no tiene la forma que se le asigna ni posee una línea de quiralidad o un eje de simetría, es más, el corazón parece un puño y el mío es un puñetazo y nada de que despechado quiere decir o viene de sentir el pecho al que le falta una cierta sustancia y que tal estado "sin pecho" puede ser superado con suplementos vitamínicos y aspirina líquida. El amor y el despecho son productos psíquicos logrados por las emisoras de vallenatos y canciones de plancha y las revistas del corazón, Corín Tellado y JK Rowling. No puede morirse de amor había escrito ya, se puede morir de insuficiencia cardíaca o de infarto pulmonar. Ningún certificado de defunción soporta: murió de amor. Aparte, no existe ningún dedo corazón y es verdad que el dedo donde se ponen, algunos idiotas que vienen al por mayor, la argolla de matrimonio, que simboliza un eslabón para mantener atado el corazón, si está unido por una vena a él; como todos los otros dedos. La bomba impulsora de sangre lleva el líquido oxigenado a todas y cada una de las células del cuerpo, si no morirían y por tanto a todos los dedos llega una vena del corazón. Todo eso ya lo había tratado en alguna parte para descartar tan sentidos plácemes humanos, pero ¿quién le pone cuidado a estas cosas? Que importa repetir y hacer el ridículo una y otra vez y enseñar a la descendencia a hacer lo mismo y a perpetuar la tontera. Me vino a la cabeza que el doctor Barnard cambió un corazón por allá como en 1967 y no escuché riesgos de que tales personas con corazón cambiado hayan cambiado de esposa o de hijos. Literalmente seguían amando y agradeciendo a las mismas personas que antes del cambio de corazón. Falta hacer el ejercicio de conocer a la amada del donante y paseársela cerca al receptor y evaluar si despierta el amor dormido que ya yace en el órgano cambiado. El corazón se puede transplantar y con él no desaparecen los sentimientos, ni se atraen los del donante. Así que en el corazón no reside sentimiento alguno. Incluso ahora venden un corazón de 200.000 dólares para quien pueda pagárselo que no incluye dejar de amar al ser querido y menos al que le pagó semejante platal para unos cinco años de duro trabajo amatorio. Eso duran los corazones de titanio y angioflex. Ahora eso de "le rompió el corazón" o "le salió del corazón" no son más que frases tontas que vienen de boca en boca y para nada son literales.
PS: Es más, me atrevo a asegurar que el corazón no está al lado izquierdo del pecho, está en el centro del pecho, exactamente sobre el diafragma y ligeramente inclinado detrás del esternón y aquí me da pie para burlarme de todos aquellos que se cogen el pulmón para jurar amor o prestar juramentos a la patria o mientras oyen fervorosos el himno nacional.
PS 2: Hablamos de más de 100.000 transplantes de corazón ─perdón no me acostumbro a la infame pérdida de la n─ y estadísticamente hablando han aparecido un par de casos curiosos de uno que derivo su amor por culpa del músculo ─supongo que una excelente disculpa─ y algún otro que aprendió a tocar el piano luego del transplante, como dije, casos curiosos y excusas, pero podemos decirlo y sabemos que el amor no reside en la bomba de sangre.
PS: Es más, me atrevo a asegurar que el corazón no está al lado izquierdo del pecho, está en el centro del pecho, exactamente sobre el diafragma y ligeramente inclinado detrás del esternón y aquí me da pie para burlarme de todos aquellos que se cogen el pulmón para jurar amor o prestar juramentos a la patria o mientras oyen fervorosos el himno nacional.
PS 2: Hablamos de más de 100.000 transplantes de corazón ─perdón no me acostumbro a la infame pérdida de la n─ y estadísticamente hablando han aparecido un par de casos curiosos de uno que derivo su amor por culpa del músculo ─supongo que una excelente disculpa─ y algún otro que aprendió a tocar el piano luego del transplante, como dije, casos curiosos y excusas, pero podemos decirlo y sabemos que el amor no reside en la bomba de sangre.
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