miércoles, 4 de diciembre de 2019

Farsa sésamo

Yo quiero, yo deseo, yo anhelo que alguien me escuche, no para ser una estrella o para aparecer en libros y periódicos, eso no me seduce, es para llevar el verbo opuesto a todo y a todos. Ha de ser por eso que escribo y publico sin reparo y a veces hasta les leo algunas cosas a mis chicos. Muchas cosas me las inspiran ellos, sus preguntas y sus deseos, su juventud, sus inquietudes y sus pareceres. Ellos son mi campo de cultivo de creencias y mi despensa de dichos y ¿porqué no he de decirlo? mi laboratorio de pruebas. Por desarrollo no se les dice toda la verdad del consumo y de la vida y el gobierno no tiene planeado disponer de un pensum en donde se le diga al joven lo que ocurre en el mundo; nadie les habla de la manipulación comercial, del asalto económico, de lo intangible de patria, de la relación bulímica entre estado y sociedad, del terrible invento del banco o de los robos del estado en forma de impuestos. Se les inculca el amor a la bandera y se les hace aprender el significado de cada color y su relación con ellos y se les resalta las cualidades del criollo venezolano que fungió de libertador; se les dan lecciones de historia oficial que aparecen en libros de historia y por encima de todo se les enseña a obedecer, a permanecer en un aula seis horas como entrenamiento a las ocho o doce que deberán permanecer en el trabajo si quieren alimentar a sus críos, de los que, valientemente, también se les habla, peyorizando el aborto y vanagloriando y sacralizando el tumor que la mujer encinta lleva en el vientre. Se les habla maravillas de la religión y no falta la cruz, el altar y la virgen que exige la educación laica y hasta la misa por cualquier nimiedad. Se les enseñan los himnos patrios: el del país, el del corregimiento y el del colegio y se les instruye sobre la manera respetuosa como deben ser tratados: mano en el pulmón, sin gorra, firmes y cantando a voz en cuello. Se les cuentan todas las bondades del libertador Simón Bolívar y su séquito de apóstoles: Nariño, Ricaurte, Urdaneta, Santander, Sucre, Torres, Córdova... Se habla maravillas del Genovés que puso india a la población nativa y de las bondades del descubrimiento y hasta de sus ilustres acompañantes que no eran más que ladrones y carne de presidio o "conquistadores" que más bien fueron "saqueadores" y "evangelizadores" a los que se les ha levantado altar: Pizarro, Cortés, Almagro, Robledo, Ojeda, Jiménez de Quesada, Belalcázar. Se les enseña a amar el español con las reglas estúpidas de la RAE. A fabricar artesanías para que enfrenten la vida en los semáforos y certifiquen su procedencia nativa con el portar y hacer artilugios y abalorios. Se les inculca la celebración de cuanta fiesta haya con el fin de amaestrarlos en la sutil maraña del comercio y el compromiso adquirido per se, sin contratos: el día de san Valentín ─incluso la fiesta gringa de febrero─ el día del amor y la amistad, el día del profesor, el día del buen pastor, el día de la virgen, el día de la antioqueñidad, el día del campesino, el día de la mujer, el día de la madre, el día de la independencia... Se les enseña un inglés básico para decir "mi querer carne" ─ay uan a mit ó mi lai mit─ y se les critica la pronunciación, como si gringo que se respete no machacara el español a palos. Curiosa una clase de "Verdad" el problema es que verdades hay muchas, pero tan siquiera una verdad alterna que los ponga a pensar; una cátedra de "Realidad" donde desdibujemos toda esa sarta de mentiras de la carta magna y una matemática práctica donde se pueda aplicar el ejercicio de Tales  de Mileto y el de Eratóstenes de Cirene. Una clase de "desobediencia aplicada", la cátedra Thoreau y la cátedra Vargas Vila. Pudiera ser más cruel aún y enseñarles lo que deben hacer al terminar el grado de bachilleres y advertirles  lo que deberán hacer frente al poder absoluto del estado: someterse y callar pero diciéndoselos con la realidad de que cerca de un 98% de los alumnos de hoy, serán los obreros de mañana, pagando impuestos y subsidiando una clase política corrupta y unas compañías que harán hasta lo imposible por pagar lo menos y usufructuar lo más ─bello el capitalismo─ patrocinadas por la misma clase política. Aquí comienza el Valle de lágrimas  para la mayoría, al ser arrojados al mundo como cuando nacieron: desnudos, sin posibilidad de seguir en una carrera universitaria por falta de dinero o por falta de seso y al pie mismo de las invitaciones a carreras medias que forjan trabajadores calificados en las áreas que la industrialización lo requiera: "atención integral a la primera infancia", "Asistencia administrativa", "Sistemas", "Diseño gráfico", "Técnico en computación" "Electricidad general", "Asistencia en organización de archivos", "Venta de productos y servicios" "Servicios farmacéuticos", "Desarrollo de operaciones de logística en la cadena de abastecimiento", "Mantenimiento de los sistemas de refrigeración y climatización"... Alguien debería contarles la verdad sobre el surtido de mano de obra barata  y calificada que es el lema del SENA. La masa no dejará de ser masa porque yo lo escriba y en esta camada tenemos a las próximas e infelices amas de casa ─aunque ellas jurarán lo contrario y contarán lo bien que se siente y es, ser madre y esposa─ a los próximos obreros de la construcción y del campo. Al próximo padre de familia que vendrá a mitigar el dolor de un hijo que no quiere responder en el colegio; al próximo barbero, carnicero, electricista, mendigo, sicario, asesino... ¿Qué decir? todo el abanico de posibilidades está abierto, incluso genio, científico y magnate petrolero están ahí, pero la estadística no miente y ese nimio 2% ya fue reservado por las familias ricas y adineradas... ¿Qué hacer? así es la cadena alimenticia.


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