Los dilemas éticos y las casualidades morales no son un imperativo personal y no se crean en el seno de nuestros gustos, no podemos decidir cual va a ser nuestra moral o que dirección ética elegir. Ambas son un conjunto de imposiciones sociales. Regresar el dinero que nos devolvieron de más es lo que una sociedad espera que hagas, si te quedas con él asumiendo que bobo el otro que anda dormido, no se verá bien, no está contemplado en ninguna ética del mundo. No tener sexo con infantes aparece como una regla de moralidad que, en algunos países o en otras épocas no se contemplaba como tal. Matar no es moral porque una sociedad plantea tal norma como garantía para la existencia del individuo y por tal lo castiga, si trato de sobreponer mis propias normas debo asumir que mi responsabilidad, viviendo en determinada sociedad, queda comprometida con sus leyes. La ley del Talión es una forma de ética que te amenaza con morir a manos de los deudos de quienes mataste y se impone una ética del hacérmelo a mí mismo. Si escupo me escupen, entonces, no escupo. Tal cual las normas éticas y valores morales de las biblias de las grandes religiones, poco más o menos son ellas las que compendiando normas éticas y morales que se han replicado en sus seguidores: respetarás el sabbat, descansarás en domingo, no comerás animales de pezuña hendida ni de almohadillas por que son impuros, rezarás en dirección a La Meca... bueno algunos han evolucionado con la ética: No matarás, honrarás padre y madre, ayudarás a tu hermano... Les aseguro que otros grandes libros y filósofos estarán de acuerdo en que para convivir, para existir en sociedad, deben cumplirse una cantidad enorme de reglas. Saldrás vestido, saludarás, darás la mano... haces lo opuesto porque decretas tus moralidades y te encontrarás al lado opuesto de una línea trazada por aquellos que siguen las normas donde, como mínimo, serás señalado, vituperado, vilipendiado o encerrado. Ese atorrante no saluda. Ese perverso sale desnudo, ese inane no estrecha manos... La cosa es muy sencilla de explicar, decides que Jota Mario Valencia es un genio y aclaras que es porque a tí se te da la gana y en tu juicio de valores, ese señor era un héroe. Está bien. Cada padre decide que sus hijos son la novena sinfonía de la belleza, pero un juicio sin más enlace que la sangre. Jota Mario no era una lumbrera, en mi escala de valores era un hijo de su perpetua madre y ahí lo tengo, pero la escala social que le da valores muy altos no puedo saltármela porque sí, a condición de que los fanáticos acérrimos del susodicho despotriquen contra mi escala y contra mí y decidan aislarme en soledad. Nuestra ética no puede alejarse de la ética social porque terminaremos expulsados de la sociedad que queremos infestar con nuestra propia ética. Leerse Ética a Nicómaco o Ética para Amador, los 10 mandamientos o las disquisiciones de Siddharta Gautama es entrar en un compendio de moralidades, de normas para vivir, de reglas, de imposiciones. No hay que matarse pues con las normas sociales, si quieres comer con la mano y no respetar los modales en la mesa, eructar, bostezar con aliento de chucha delante de los demás comensales o arrojarte gases hediondos, muy pronto vas a quedarte solo o a tu alrededor quedarán apenas los que te han asumido como líder y que siguen tu moral a gases varios, que es cuento para otra tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario