Por el hecho de ser más gruñón que antes y de que casi todo me causa malestar, dejé de ver noticieros hace ya como cuatro años. Las noticias me llegan esparcidas y en rumores que a veces ni acepto y me vengo a la red a buscar la información más fidedigna ─cosa que es casi imposible─ posible. Pues imagínense que me enteré por la publicación de nuestra revista Gáidaros que el ciclista paisa se inventó un tremendo final de carrera: El giro de Rigo en el que algunas personas le acompañarían en un tramo ciclístico para conmemorar y despedir su larga carrera. Hasta ahí todo bien, todo normal. El escándalo es cuando leo que la inscripción valía 1'250.000 pesos colombianos y si señor, pareja por 2'500.000. Gracias David sin ti nunca me hubiera enterado. También dice por ahí que fueron 11.000 seres humanos a la despedida pagando. Dejemoslo en 10.000 bobitos, que por correr al lado de una eminencia se desembolsillaron algo más de SMLMV/2. Algo más de medio salario mensual. Yo la verdad al paisa ese lo conozco más por las propagandas que hace para alguna empresa de servicios telefónicos o de datos y sé que ha sido furor en redes porque un ciclista profesional sabe mucho de servicio al cliente, de leche, de arepas y de planes pospago. En ellas usa un característico acento regional y un par de palabras malsonantes para parecerse a Juanes (qué pena ese también es un impostor) o para dar la impresión de naturalidad ─una chimba hermano eavemaría puesss─ y los que son acérrimos fans lo idolatran por lo que es: un montañero de pura cepa. Vale aquí una mezcla de judíos, negros, indios, mestizos, criollos y patizambos que se creen la última cocacola del desierto que estafan a todos y que se salen con las suyas. Así fue. Se hizo el giro de despedida que arrojó 12.500'000.000 COP y seguramente el avivato cobró por los derechos de transmisión y el soplapollos que ocupa la alcaldía desocupó las calles con agentes de tránsito y policías pagados por la ciudadanía. Cerró la movilidad sin costo y, no quiero exagerar, seguramente hubo allí cien camarógrafos que editarán una película para venderle a Netflix. Sé que se hizo una novela sobre él y no sé si contará su verdadera historia, porque seguro que es mejor culebrero que ciclista, pero este señor si merece un premio: le sacó a los codos, a los ávaros amarretas de su propio departamento un paquete por sudar con él. Mis respetos. David dice que allí se volvió una fiesta de codeos políticos y sobremesas de contratos. Cómo si fuera raro en este país el camaleonismo, el lagartismo y el elefanteblanquismo. Pronostico que se hará una segunda versión y que el avivato no dejará de aparecer en redes prometiendo que el que hable así de chimbita no se deja estafar y me averguenzo de tanto idiota en este país, de Rigo también, me siento indigno de compartir hasta el brazo de Orión con él. Tendré que ser apátrida, aterrícola, asolar, y hasta alaniakeo. Perdón no hablamos de mí. Don señor ahora puede montar canal de ciclismo y servir de narrador, granja de ciclistas, escuelas de ciclistas y tiendas de venta de souvenires, ropa de marca y restaurante y seguir embaucando a miles que creen que porque participó en unos eventos internacionales, ya es un miembro del panteón divino. Sé de algunos que se hubieran babeado por tener el millón para irse a tomar una foto con su ídolo campeón, perdón ¿Campeón de qué? ¿Ganó algo este señor que valga la pena?
PS: Tienen razón, yo no he ganado nada tampoco, ni busco estafar a nadie porque me retiro o me despido.
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