Hablo de serenidad, aunque no soy muy sereno, a mí me encanta hacer las cosas a mi manera, aunque la verdad no sé que existan varias maneras de, ser humano. La originalidad humana es escasa y se ven más repetidores, imitadores que seres originales. Para dar un ejemplo "yo me visto a mi manera" no supera al que se vistió por primera vez y lo hizo por frío y por necesidad de protección al que viene cada año con los mismos zapatos, la misma camisa, media o chancla con diseños diferentes y ya cree que tiene un estilo y saca colecciones de moda y color. O aquello de "mi casa es única" no puede superar al cavernícola que requirió un refugio donde no habían cuevas e improvisó y hoy quien tiene una mansión con habitaciones amobladas y acceso domótico con conexiones inalámbricas vía red o el que hace una casa con ladrillos ecológicos o con basura, ya se cree original y más original que quien inventó el hogar. Organiza un centro de mando con tres pantallas y ya se cree muy sí mismo y mejor que Charles Babage y completamente original. Resuelve una ecuación lineal de dos incógnitas sin usar S.E.L. y se piensa Leibnitz en originalidad. Toca una guitarra con pericia y se cree más original que el que inventó el monocordio. Así por el estilo es la dichosa originalidad humana... un fiasco. ¿Cómo puede mantenerse la serenidad en un mundo que nos supera a cascadas? O ¿de qué estar contento o porque alegrarse? Entiendo a esos pobres señores que van a la calle de las prostitutas y que siempre están en un bar con una botella en la mano. Después de un largo día de penurias, nada mejor que embolatar el genio, el hambre, la rabia y las ganas de hembra. Comprendo a los hinchas que se agolpan en una esquina a gritar y a hacer fuerza por su equipo del alma, por el de su tierra, por el de su patria, por el de su color. ¿qué más puede hacer el ciudadano promedio que aturdirse con fútbol mientras le pisotean el alma, le duplican los impuestos, le alzan la gasolina y le bajan el sueldo? Entretenerse, hebetarse como la bestia porque por lo menos hay fútbol y del bueno, aunque este presidente y este país no valgan mucho, valen las personas que se aferran a su tierra y que tienen dolor de patria. Comprendo a los que hablan bien del paisaje y de la bella tierra y siempre tienen un bello adjetivo para su tambo. ¿El que se saca una foto en el parque Botero y el que hace la selfie en las pirámides o en las ruinas del coliseo no es el mismo que guarda un recuerdo para comparar qué es más bello? Puede no ser lo mismo pero lo que si juro es que tienen la misma intención. Viajar, conocer, enorgullecerse de los sitios que visitan, jactarse de aprovechar el tiempo y dinero en conocer y olvidarse de la condición humana. 20 millones de colombianos no saldrán nunca del entorno de su tierra y sólo conocerán ruina y miseria. Mil millones de indios, jamás abandonarán su ciudad o su país, pero podrán verlo a usted comiendo balut en Filipinas y comiendo hormiga santandereana en Colombia ¿O no? Tienen razón, yo no soy original, pero tengo una forma de ser, que tampoco es original, ojalá me resbalara todo y me importara todo un pepino en tajadas, pero no es así. Considero que la mayor falta de cortesía para conmigo es dejarme esperando o que me inviten a la última hora, cuando sólo se acostumbra a llamar a la última carta. Me ofende sobremanera que me inviten a una fiesta el día de la fiesta o que habiendo fiesta, se acuerden de uno a la hora de faltar quien traiga las viandas o el licor y por eso no asisto a ningún lado con invitaciones hechas a última hora y, si la invitación me la hacen con dos semanas de anticipación, tengo el tiempo suficiente para inventar una excusa. Hay tan pocas personas a las que les recibo una invitación que me ofende aún más cuando me avisan a las 5:30 p.m. del día en cuestión "si vas a venir" o "ya estamos acá ¿a qué horas llegás?". Yo no requiero celebrar, no necesito de un otro para sentirme bien porque no me siento bien con nada, estoy convencido de que la fiesta es una farsa y el mundo un asco y no me he ido porque no pienso darles la satisfacción de irme por mano propia. Decepcionado estoy del mundo, de la vida, de la amistad, del trabajo, de la farsa que cada uno se inventa para sobrellevar la carga pesada de estar aquí y por eso toda locura es válida y entendible. ¿Y qué hago conmigo? Odio las selfies, no me gusta viajar, tomarme fotos con monumentos me da asco, las multitudes me son apáticas y los rebaños sólo me conmueven y me erizan la piel de ver tanto idiota junto. No me anima ningún equipo o deporte, no quiero esta maldita patria que me cobra un derecho hasta por tener una casa en su territorio. No me gusta ningún partido político y ninguna religión me convence. ¿Qué hago para sobrevivir? Mascullo la palabra, pienso e insulto y mientras tenga este recurso, estaré y, ¿que pasará cuando ni a esto le encuentre gracia o mi cerebro ya no pueda vomitar más asco del que da? Lo inevitable... No, no crean que me haré uno con el ente universal o pasaré al estado de gracia o me iré a dormir hasta que a su dios se le ocurra ejercer el juicio final. Me aislaré donde nadie pueda desenterrarme nunca más y donde la masa no me hieda tanto.
PS: Debo decir por mí, que aprende a hilar dos palabras y se siente escritor y mejor que los mesopotámicos que inventaron la escritura o que balbucea dos palabras raras y se siente más original que quienes forjaron el protoindoeuropeo.
PS 2: sabido es que todas esas incursiones mediáticas y transmisiones de olimpiadas y campeonatos, tienen el mismo principio que el coliseo romano, pan et circes, ave imperatur morituri te salutant.
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