Habrán de disculparme, yo de deportes no sé mucho, por no decir que no sé nada y había puesto en mis, Evolocionismos puros, la razón del juego, que no deja de ser la misma que la pequeña guerra que el cazador requiere con su presa y con sus vecinos para calmar el espíritu de persecución. En fin, esos no son temas para este tratado, lo que quiero es narrar un partido de fútbol: Señores y señoras entran a la cancha 25 seres humanos en ropa interior a disputar el juego del año, suenan los himnos respectivos y los 11 jugadores de cada equipo se tocan el pulmón izquierdo en señal de amor a la patria y de respeto por una bandera y un color. Se suelta el tema de conversación que es una esfera casi perfecta ─no vale la geometría Riemanniana─ llamada balón y tras el cual todos corren hasta que alguno logra empotrarla en el arco contrario, ─si se hace en el propio es peligroso según lo ocurrido a Andrés─ al tanto se le llama gol y la gente se pone eufórica si pertenece al equipo anotador y enojado si es del arco violado y detrás ─de las ondas de radio o tras la cámara ─ hay un tipo que se sabe todos los nombres de los jugadores y las jugarretas y cuando hay un tanto dice gooooooooooollllllll y eso enardece los hinchas y se agitan las banderas y se dicen malas palabras ─¿qué más puede saber un hincha?─ así la cosa sea buena. ¿buena para quién? no sé, supongo que para el empresario que vende abonos, para el fabricante de banderas y uniformes y para el buen gobierno que permite contiendas en tan buenos estadios y culturiza sus habitantes enfureciéndolos con contiendas civilizadas. En los demás partidos cambian las caras, los equipos, los trapos y hasta los hinchas, pero no sucede nada más, lamento mi parquedad. En una contienda ciclística pasa algo muy similar: himnos, trapos de colores, la tocada del pulmón y la idea consiste en recorrer unos tramos que se llaman etapas y tratar de hacerlo de primero, aunque el recorrido simplemente se va sumando hasta saber quien lo hizo en el menor tiempo, aquí la fuerza radica en unas buenas piernas y en bicicletas de última tecnología con materiales súper livianos. Igual, la gran emoción es verlos pasar la meta, pero la gente se queda viendo como se esfuerzan en adelantar y en luchar contra el cansancio. Hoy con mucha tecnología podemos ver el trazado de la ruta y donde van los pedalistas pero la emoción se reduce a cero viendo un montón de gente pedaleando y nada más... todo un circo. Una pelea de boxeo no tiene porque ser diferente, dos hombres se sacan la madre en el escenario con unas reglas ─prohibido morder y los golpes bajos─ y después se abrazan hipocritamente con las narices chatas y la sangre corriendo a borbotones. Basketball, tennis, futsal, futbolín, microfútbol, baseball, todos son iguales en promedio y en todos la gente sale feliz de ver héroes cachando pelotas y venciendo al enemigo o, por el contrario, salen tristes y abatidos jurando que perder es ganar un poco y que la próxima será... No tengo ninguna emoción encontrada, me parece tonto y rebañal hacer eso y por lo mismo no lo hago. ¿Será que eliminar las contiendas deportivas haría crecer la intelectualidad humana? No, y es un no contundente, la masa se mataría entre sí y erigiría otras formas de pasar el rato instaurando nuevos circos: tauromaquia, peleas de gallos y de perros, peleas clandestinas de humanos... El instinto de cazador no satisfecho saltaría a la vista y despedazaría a su hermano por un plato de lentejas. ¿Qué queda de todo esto? Nada, como siempre sólo estaba ejercitando mi escritura y diciendo cosas contra la corriente in sermo rusticus.
PS: Es verdad lo de que se "tocan el pulmón" el corazón está en el medio del pecho, levemente inclinado a la izquierda, en la mayoría de los casos, pero ¿qué se podía esperar de una persona que trabaja a las patadas? También sería ridículo que alguien se mandara la mano a la frente para dar a entender que ama con su cerebro a su patria. Los genios no requieren patrias ni colores... ni aman.
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