Llega hasta mí la tarea de buscar la imprescindibilidad propia o ajena y las conclusiones apocalípticas no se hacen esperar. Está muy loco y sobrevalorado quien se sienta imprescindible en algún ámbito o grupo; en el entorno familiar puede existir un alguien que diga que sin él, la familia no puede vivir, pero es riesgo y sintomatología de ego avanzado y ganas de sentirse tal en un entorno pequeño. Lo veremos bastante, pero sin fundamento, que habrá de verse como el león alfa es derrocado y restado, aumentado al grupo de desalojados y cuyos rugidos ya no asustan a nadie, ni provocan el estro de las hembras y, como vemos, la manada subsiste sin él. El grupo de elefantes hembra tiene el mismo problema con la matriarca, pero no hay de qué preocuparse, la manada sobrevivirá sin ella o perecerá en la selva implacable. Otros elefantes hembras estarán allí para enterarse que no se es indispensable en una manada y que a la menor demostración de inseguridad o cobardía, serán reemplazadas por una sucesora que ya se preparaba desde la oscuridad. Sudáfrica le sobrevivió a Mandela; Libia a Khadafi y Uganda a Idi Amín. La revolución china sobrevivió a Mao y el capital a Marx. Cuba sigue igual sin Fidel y Apple sin Jobs. Martín Luther King, Jhon Kennedy, Pablo Escobar y Malcolm X fueron reeemplazados. El rey del pop, Louis Armstrong y Nina Simone fueron desplazados, al igual que Benito Moré, Celia Cruz y Héctor Lavoe, no digo que sus reemplazos valgan la pena, muy a propósito hoy con las tendencias musicales y los premios a mejor compositor, pero fueron reeemplazados y los esperpentos de hoy, también lo serán. Juan Domingo Perón, Simón Bolívar, Martí y José de San Martín fueron reemplazados en su momento, como Gandhi, Roberspierre y Charlotte Corday. Nietzsche, Kant y Aristóteles y, si me permiten, Buda, Jesús y Joseph Smith no fueron irreemplazables. La capacidad de adaptación humana es, ayudado de la ciencia, una de sus mejores cualidades. Entonces ¿por qué alguien piensa que es irreemplazable? También lo hube pensado alguna vez y supuse que era una manera de enfrentar cada mañana como un soldado que piensa que sin él la guerra se pierde o su nación no puede defenderse; una especie de ariete mental que te da ánimos y te insufla valor para seguir en este mundo. La misma razón por la que nos miramos bellos en el espejo y la misma razón para poner de manifiesto que "no estamos tan mal, están peor los..." Para no suicidarnos. Para ese ánimo valiente están los libros de superación personal y las alegorías de Zenón de Elea que no fueron más que falacias. "tú eres único, irrepetible e irreemplazable" "todos somos distintos y únicos" "Avanza y vence"... Tal vez todas esas necesidades de sentirnos únicos e irreemplazables concurren para que no haya un suicidio en masa. Yo, sólo digo, nada hay detrás de mis palabras, una decepción quizás, un sentir que ya la tumba nos alcanza y estar convencido de que la irreemplazabilidad no existe, pero es mi opinión, burda y simple como siempre. ¿Debería admirar a quien se levanta cada mañana con un "padre nuestro" y se acuesta con un "ángel de la guarda"? ¿Debería buscar el camino por donde sentirme útil e irreemplazable para no desfallecer? No tengo esperanzas, yo sé lo fácil que somos reemplazados en cualquier hito o circunstancia. La muerte dará al traste, e incluso antes de la muerte somos material de desecho cuyos aportes, reacciones u opiniones, ya no están de moda o no se necesitan para nada. Piensen qué fácil nos cambian los amigos y qué fácil nos olvida la familia, los hijos que se van de casa, los nietos para quienes somos carga pesada y no esas mentiras que la gente se dice sobre los viejos y se las cree. Era sólo cosas que me decía a mi mismo y aprovechaba para responderle a alguien. Un caluroso saludo desde la realidad desnuda.
PS: Ni los traidores han sido necesarios por siempre, dicen que sin Judas el cristianismo no sería lo que es hoy, pero de seguro no hubiese faltado un turibulario que se ofreciese a la venta. Yo lo hago pero no por 30 monedas de plata. Seguramente otro Brutus se habría cansado de César y, estoy seguro, siempre hay Efialtes en ciernes.
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