domingo, 23 de diciembre de 2018

El mundo de los Hmong

Si a mi me hubieran preguntado ayer por los Hmong no hubiera sabido que decir porque sólo tengo un vago recuerdo de "El gran Torino" de una familia Hmong. Yo no busco la verdad sobre la historia, porque los que cuentan la historia la exageran y la imponen, leo entre lineas y me aplico una verdad a medias que se acerca, de seguro más, que las épicas contadas por los vencedores. Las batallas no tienen ganadores puros y virtuosos. Fue un asesino el Che, como lo fue Fidel, Raúl y Batista y hasta Bolívar y Ricaurte. Las conquistas son luchas sangrientas y de parte y parte hubo masacres, tanto mataron a los nativos de norte américa los ingleses, como los españoles acabaron con la estirpe nativa de américa central y sur américa, como la corona portuguesa hizo de las suyas en el vasto territorio conocido hoy como Brasil. ¿Qué no habrá pasado en esas guerras que no conocemos o no sabemos? ¿cuánta agua ha pasado bajo el puente? ¿cuánta ignominia y etnias y culturas  e idiosincracias han desaparecido? Yo no dudo que la CIA haya utilizado al pueblo Hmong para marcar enclaves comunistas en la península indochina y poder así, hacer sus bombardeos en nombre de una cruzada anticomunista y a nombre de todo el mundo libre. También leí al doctor Spock y supe la realidad detrás de esa portada, la necesidad de la goma y del arroz y de minerales que abundaban por allí y que el pueblo libre requería y supe de los gobiernos fachadas que se erigieron y la muerte de los mismos por esbirros del mismo titiritero que extiende las cuerdas de sus marionetas desde su propia casa en américa. Eso no me asusta, la verdad no tiene prosélitos y la verdad es dura como la antesala de la muerte. No dudo que terminadas las negociaciones, firmados los tratados de paz y desalojado las tropas de la península en cuestión, la reorganización nacional decide acabar con los enemigos del régimen. No puedo y no quiero convivir con mis enemigos y fue el pueblo Hmong quien marcó los puntos por donde se debía bombardear, entonces el pueblo Hmong debe desaparecer. Esa lógica es irreprochable. Si hacemos de jueces justos, es Norte américa quien debe encargarse de no abandonar a sus soldados, pero ellos no se hicieron cargo de los Hmong, repatriaron y dieron ciudadanía a una pequeña cantidad, pero el grueso del pueblo lleva sufriendo exterminio desde 1975 y hoy quedan unos cientos de lisiados en las montañas, rodeadas de soldados laosianos dispuestos a prodigar el perdón en la punta de una bala de fusil. ¿Denunciar? eso de que sirve. A ningún gobierno le interesa inmiscuirse en esos asuntos que ahora se "lavan en casa" y mientras tanto, esos Hmong, en las montañas no pueden siquiera prender una fogata con mucho humo a condición de que los descubran; no tienen alimentos, ni ropa, ni educación, ni saben que oscura guerra los llevó a ser perseguidos y que absurdo dios los somete a tan duras pruebas, porque rezan a su dios para que los ayude a subsistir y a pervivir, pero no les llegó la noticia de Nietzsche de que dios había muerto; ellos no entienden para que están ahí, pero saben que si desisten, igual serán exterminados, así que luchan por sobrevivir ¿Lo harán? Lo dudo. Las pruebas son irrefutables, eran unos 40.000 Hmong al firmarse la paz. Quisiera hacer las veces de héroe y llevarles provisiones a la montaña, a seis día de camino, arriesgando mi vida por dar un mes más a la de los Hmong. Quisiera que la ONU o la organización DDHH se pronunciara y decidiera salvar a ese pueblo. Quisiera que el mismo gobierno de Laos aceptara que la guerra se terminó y dejara en paz a esos combatientes que ya nada tuvieron que ver en lo que podríamos llamar la traición Hmong a su propio pueblo. Quisiera que los EEUU se encargarán de su propia basura y exigieran una frontera respetable para ese pueblo Hmong. Pero no se trata de lo eticamente correcto o de lo que yo quiera. Lo mío es un desahogarme de ese terrible malestar que sentí al escuchar y leer sobre los Hmong. Triste si, pero debería poner como manto de fuerza esa terrible frase de Darwin: "Nos maravillamos ante la extinción de un ser orgánico porque es muy profunda nuestra ignorancia y muy grande nuestra presunción". Frente a ella todo queda explicado, no el dolor de los que se extinguen sino el dolor de los que presenciamos la extinción. ¿pretendemos acaso la paz y armonía que esta selección nunca nos ha ofrecido? si queremos como Dostoievski arrodillarnos ante el dolor del mundo, deberemos permanecer en esa posición por muchas cadenas perpetuas. Y ¿qué tal frente a llegar a apoyar al pueblo Hmong con mi presencia y las ayudas que pueda recoger? Martín Vigil me lo dejó muy claro: "Un barco que zarpa, tiene adelante en abanico, todos los puertos, pero cuando ya está llegando a uno, ha perdido la posibilidad de atracar en los demás" Mi barco ya está entrando en el puerto y no es el puerto más ameno, pero las posibilidades de ver otro puerto las perdí el día que entré en la bahía de la muerte y sólo ese puerto puedo visitar ya. ¿Volvemos al mundo Hmong? Claro, de ellos se trataba, pero esa especie de egotismo no nos permite sino hablar de nosotros. Volvamos al pueblo Hmong, démosle su lugar en la historia, contemos como vivieron y como fueron exterminados y las razones que hubo para ello, hablemos de los culpables y de nuestra impotencia frente al dolor de ver una verdad que nadie quiere creer o que no pueden creer a condición de no amargarse más la existencia, pero esas cosas pasaron, esas cosas pasan, ayer con los pueblos de Senegal y Cabo verde y los Zenúes, los Calimas y los Arhuacos con el pretexto de mejorar condiciones de vida y hoy, más de uno sostiene la hipótesis de "civilizar". Hoy con los Hmong, los Nukak Maku, los judíos y los kurdos y mañana con una cultura en otro extenso campo de batalla del planeta donde otra cultura impondrá derechos de vasallaje sobre una menos privilegiada o más débil. Si señor, de nuevo, Darwin con la ley de la selva.

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