miércoles, 12 de diciembre de 2018

Matar el yo

En ocasiones se me presenta cada vez más claro, deberíamos ser los seres más introspectivos del universo, pero se nos da por hablar y compartir, somos seres sociales y basta con que alguien nos dé un guiño para seguir hablando como locos de lo que a otro no le importa. Fácil les queda a los espías conseguir información en cualquier parte, les basta poner una cara amable o tocar un tema sensible y escuchar o grabar o... Sé que sin esas sociedades instauradas no habríamos podido protegernos del entorno y de los predadores en él. Sé que aún hoy es un modelo a seguir: a más miembros en una comunidad, mayor seguridad -no es ley y podría ser contraproducente, pero se busca- y mayor capacidad de exigir y de actuar en contra o a favor de ciertas posiciones. Yo igual reniego de la sociedad y de los favores que ella me hace, de su seguridad y de sus improntas forjadas a fuego evolutivo. Acá el gran problema es el yo, el ego, el individuo inmerso en un mundo donde cree que su aporte es válido para algo y por eso se nos llena la boca con tamañas añagazas: "compré un carrito" "salí con Astrid" "me pagaron" "estoy de vacaciones". Desde ahí puede verse lo simple que es, cada uno vive y simplemente quiere compartir cual es la forma como lo hace y cuando lo hace, se vuelve ser social, necesitado de ser escuchado y halagado y compungido si otro no le para bolas a la sarta de simplezas que aglomera en la boca. Lo que falta agregar es que cada uno vive y por lo tanto cada uno tiene una historia, pero esa historia no vale la pena ser contada, podrá tener matices y rasgos únicos, pero no deja de ser la misma maldita historia de toda la raza humana: Unos se han partido por vivir, otros han quedado en la historia muerta y unos aún viven y serán la historia muerta del mañana. ¿Qué me importan a mí el campeón de bicicross o el desarrollador de la vacuna contra la malaria? ¿el descubridor del cero y la recurrencia del número e en las ecuaciones de crecimiento? ¿quien viajó al espacio o quien se descalabró toda su vida por una tierra o por un predio o por una empresa? ¿qué me importan a mí los que viajan y a lo que viajan, los que cantan y lo que cantan, los que escriben y lo que escriben, los que pagan y los que reciben, los que estan a la diestra de dios padre y los seguidores del corán o de Buda? Es probable que como sociedad, esas cosas sean importantes para la historia o para la idiosincrización de una especie o de una raza o de un grupo de seres que conviven en un espacio común y ¿para qué sirve tal idiosincrización? De nuevo, para nada. ¿Qué importa que los habitantes de un país coman papas y otros puerros? Allá se come perro y acá pollo y podría distar aún más, unos comen piedras y otros vegetales, pero no deja de ser un simple dato de supervivencia. Nada importa. muévanse los mundos por la implantación de una nueva base alimentaria, nuestra vida es simple y no escaparemos vivos de ella. ¿para qué hacernos tan complicados? ¿para que dejar la historia escrita? ¿por qué trabajar o por qué salir a recorrer el mundo? ¿a qué escalar el Sagarmata? ¿serás único por ello? ¿tendrás más que contar? ¿el viajero es el único tipo que puede hablar con experiencia? Deseo de adrenalina y de aventura: lo invito a sobrevivir en la sociedad humana y es más, lo invito a que haga lo que le de la gana, mi yo es el único que debo aplacar y me encantaría no tener ojos para no seguir el juego de ver traseros o senos que se ofrecen como ley: "Mírame y cae en mis redes" ni oídos para no tener que escuchar cosas vacías y estupideces como halagos, ni boca para prodigarlos y para no tener que expresarme frente a nadie, ni deseos de explicarme a mí mismo para no tener que escribir estas tonterías. Estar presente simplemente, sin sumar demasiado, sin aparentar demasiado, sin decir nada obvio y sin decir nada inteligente o no estar presente. A menudo estas disertaciones terminan en la forma más simple: Desaparezca o auto césese, mejor servicio que un hombre puede dejar a su tierra. La vida y el yo son un maldito encarte, no puedo decir que hubiese preferido ser un animal cualquiera, pero no un perro que debe lamer demasiadas manos, ni un gato que se aísla en sí mismo, pero no puede soportar vivir sin humanos. Ninguna criatura que viva con humanos quiero ser, al final es de ellos de quien quiero quejarme, pero de nada me serviría ser un animal sin racionalidad para disfrutarlo y sin argumento para defenderme. Yo no pido ser taciturno, quisiera que nadie me hiciera contarle mis cuitas, pero ese es el problema "mis cuitas" cuando creo que son mías y no de toda la humanidad es que aparece un yo estúpido diciendo: "tengo 10.000 matas de tomate" "me voy de viaje por suramérica" "escribí el viajero y su sombra" "conocí a Pulgarcito Meimportaunpito" "soy egresado de la primerísima almamateryalista academia" "me tome unas fotos con soy actoryvalgounpepino" "compuse la rap soda con gas" "estuve en la premiere de la película los siete ridículos" -yo era uno- "he ido a cuatro conciertos de te exprimo el cerebro" y "me acuesto con la que lo fía y aun no me cobra". Ego, yo, yo yo, ego, ego ¿Que hacer para matarlo?

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