domingo, 2 de diciembre de 2018

Recuerdos de odio de unos años atrás

Hace unos 25 años que compré una moto y no me hace falta nada, en ella viajo por todas partes y a todas partes, exceptuando cuando se daña, cuando está en el taller o sin papeles. La verdad es que viajo poco y con ella me he bastado por años, pero en estos días debí asistir a trabajar en bus. El problema no es grande si debo ir al centro de Medellín, en media hora no noto más que la desidia normal o el desagrado que le causo a muchos seres humanos; pero el caso es que acá estamos hablando de un viaje más largo. Por una semana decidí dejar descansar la moto porque llovía demasiado y no quería embarrarme y me apesta ir en moto con plástico antilluvia. Decidido, me voy en bus. De mi casa a la terminal del norte, de la terminal del norte al pueblo y del pueblo a una vereda no muy lejana. Sin sorpresas noté como la gente evitaba sentarse junto a mí, igual yo trataba de llegar muy temprano a la terminal para hacerme en uno de esos puestos solitarios que llevan los colectivos, pero no siempre atinaba a que los hubiera y me hacía junto a la ventana abriéndola un poco. Sé que parte de ese desprecio proviene de que, siendo lugar frío y de mañana, a mí me guste sentir el aire en la cara y no el vaho que amana de los cuerpos -no es por más que todos cierran las ventanas y sólo se siente respiración y calor desagradables- tibios. Otra puede ser que mi humanidad es bastante crecida y los puestos de los buses son para gente promedia, así que les robo "su espacio" y además mi correa de armas es bastante amplia, todo eso puede ser, pero no he podido dejar de acordarme de los años en que todo me causaba hastío por que sentía el asco de los demás. Nunca me lo expliqué del todo y siempre pensé que algo tenía que ver con aquello de profesar y vestirme como "rockero" hoy que la moda es más flexible, que hay tantos que se visten "raro" para parecer de alguna liga o como dijera un alguien que toca dejar anónimo: "se visten iguales para sentirse diferentes" aunque queda mejor que se visten diferentes para sentirse iguales -el que no distinga un metalero de un punkero o un rapero de un rasta le hace falta andar más entre la mierda- y eso sí, cada especie defiende su manada: "es que el punk no es refugio de perdedores" "el rap es una forma de vida no un estilo musical" "el rock es mi vida lo demás es caspa" y hablando de eso: "Cali es Cali y lo demás es loma" y "nada como mi tierra" y "gravity hasta la muerte" porque la estupidez no es una franja y se extiende a toda la humanidad y a todos los recónditos parajes en que ella habite y no sólo ocurre con la música sino con todo ¿Alguien ha oído estas frases? "sin profesores el mundo no puede vivir" "los conductores de bus somos imprescindibles" "¿qué haría el mundo sin sacerdotes?" "trabajo social, trabajo social, trabajo social hurra" "alguien tiene que vender" (esta última fue de un barman cuando Miguelito hablaba de libertad y de igualdad social) en fin. Eso de creerse imprescindibles y de pensar que andamos en lo correcto y que nuestros gustos son los mejores, es un común a la mayoría de la raza humana: el vegano, el vegetariano, el conservador, el rapero, el crítico, la empleada del servicio, el hinduista, el budista, el cristiano, el agnóstico, el taxista, el metalero, el profesor, la prostituta, el barbero, el niño de preescolar, el taekwondoka, el judoka, el krav maguista, la zen, la chakra... He llegado a pensar que mi olor no es agradable y bueno, sé que el cuerpo humano no tiene olores agradables, pero desde mucho tiempo atrás, como todos, he sabido encubrirlos como la mayor parte de la humanidad: cepillo, crema dental y enjuague bucal; desodorante talco y perfume, uñas cortas, ducha y lavado de manos con gel antibacterial de olor. Aún hoy me siento diferente y siento que me miran diferente, asqueados si puede decirse. Mi asiento, si estoy en uno doble, es el último que alguien piensa en ocupar aunque muchos vayan parados. Si en el camino alguien se sienta conmigo, apenas un puesto se desocupa se pasa y, aunque me hago lo más atrás posible, siento miradas de desconfianza y de puro odio constantes sobre mí. A veces quisiera pensar que les soy simpático, pero, al contrario, las chicas me miran como si las hubiese tratado mal o las hubiera violado o las estuviera desnudando con mi mirada. Siempre flota un desgaire que no deja de incomodarme, aunque yo enciendo mi MP3, trato de no cantar, ni de susurrar que puede serle molesto a mi compañero, trato de no abrir demasiado la ventana por la que respiro, me encojo en mi silla y pongo el separador apoyabrazo si lo hay, resumo lo más que puedo mi chaqueta y mis armas, dejo todo movimiento posible pero nada me evita el sentirme señalado. ¿Llevo una marca? Me gustaría pensar y creer eso, pero frente al espejo, no veo más que un humano simple ¿Entiendo a la humanidad? No. ¿Me llena eso de odio? Si y parece que con él moriré.

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